Los que somos excursionistas sabemos bien lo que es esto del vértigo. Cuando andamos por la Serra de Tramuntana solemos tomar todas las precauciones posibles. Los futbolistas del Mallorca empezaron su ruta y, en un momento dado, les dio por mirar al vacío y se dieron cuenta de la altura que quedaba bajo sus pies. Es por ello que no fueron capaces en Tarragona de aguantar la presión, que antes era positiva, de ser el equipo revelación y de que todo el mundo alabara lo bien que juegan tras subir de Segunda B.
La euforia fue contraproducente cuando la prioridad era cerrar el PlayOff cuanto antes mejor.
Campanas al vuelo
El entorno tampoco ayudó. Que el club invitara a patrocinadores lanzaba implícitamente un mensaje de que el partido sería un paseo, que delante tenían a un cadáver deportivamente hablando y que la victoria llegaría sin bajar del autobus. Toda esa euforia fue contraproducente cuando la prioridad era cerrar el PlayOff cuanto antes mejor. La primera oportunidad era ante el Nàstic y creo que la base de este papelón, no por la derrota en sí sino en el modo de hacerlo, es que los futbolistas se acongojaron. Vieron tan cerca lo que se podía lograr ganando que, el aire que hasta ahora soplaba a su favor, se convirtió en un vendaval en contra.
Sin plan B
Tras ganar al Sporting se disparó la euforia y esta engulló a unos futbolistas que llegaron al Nou Estadi con las gradas vacías. Los pocos aficionados locales tenían un comportamiento hostil con los suyos e incluso insultaron a Uche por marrar el penalti. Tal vez Vicente Moreno no supo transmitirles que, si el plan inicial no funciona, hay que tener alternativas en fútbol. El Mallorca ha demostrado ser muy superior al Nàstic durante toda la temporada pero, si las cosas no salen, hay que correr más que el rival. Los rojillos recibieron varias señales, no hicieron caso y siguieron jugando con indolencia. Me refiero al penalti fallado, el primer tanto y el disparo al palo antes del descanso.
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