El 21 de julio de 1985 fue el último día en el cual un francés se subió al podio en los Campos Eliseos luciendo el maillot jeaune. Bernat Hinault lograba su anhelado quinto Tour de Francia, por el que tanto había luchado, ocupando su asiento junto a Eddy Merckx y Jacques Anquetil en el olimpo de los elegidos.
Se cuenta que fue el Tour más reñido y visceral de la historia. La lucha feroz fue intestina, y se dirimió en La Vie Claire del magnate Bernard Tapie. Un joven americano, Greg Lemond, que venía de hacer tercero en el Giro y que había hecho podio en el Tour anterior, pletórico de fuerzas e ímpetu juvenil, quería ganar su primer Tour. Sin embargo, el plan establecido era otro.
El Tour de Francia regresa al recuerdo nostálgico de sus héroes, cuarenta años después del triunfo de Hinault.
En Luz Ardiden se levantó el velo. Aquel día, acabaría ganando Perico Delgado; sin embargo, el americano vio frenadas sus aspiraciones en favor de Hinault. El director del equipo, Paul Koechi, ejecutó la orden del patrón Tapie: “Greg, te jodes, pero no“. En el Ausbisque, se repitió la historia. Aquel Tour tenía dueño: el bretón Bernard Hinault.
Un Tour para la nostalgia de los franceses
Cuando desde la ciudad norteña de Lille comience el Tour de Francia del 2025 habrán pasado cuarenta años de aquella historia. Hinault tendrá setenta, y conservando todavía su ferocidad innata, ha visto como en cuatro generaciones de ciclistas franceses nadie ha podido arrebatarle la peculiar distinción de ser el último francés en ganar el Tour.
Desde esta carga nostálgica interpreto el ideario que esconde el recorrido que se ha dado a conocer para el próximo Tour de Francia. La carrera regresa a la Normandía de Anquetil y a la Bretaña de Hinault y Bobet. Ante la ausencia de relevo por un nuevo mesías que reavive la gloria del ciclismo francés en su carrera fetiche, el organizador Christian Prudhomme, se recrea en el recuerdo infantil, además de revivir un nuevo homenaje a los grandes héroes por los campos que los vieron nacer.
Puertos que resuena a grandes gestas
El Tour del 2025 arrancará dando continuidad a las clásicas de primavera. Veremos los duelos en potencia de Van der Poel con su némesis, Van Aert, sin olvidar a Biniam Germay o Evenepoel. No será hasta la quinta etapa, con la contrarreloj llana de treinta y tres kilómetros en Caen, cuando los grandes favoritos verán la oportunidad de marcar diferencias.
Un Tour de Francia que no sale del territorio francés, y que recupera el final icónico en los Campos Elíseos de París
Un Tour francés, chauvinista, que devuelve al Macizo Central su relevancia, que otorga a los Pirineos una preponderancia sobre los Alpes, con etapas cortas y siete finales en alto, con cotas que solo pronunciarlas reverberan tambores de guerra, así como el zumbido de las sirenas que piden el paso para no perder detalle en los kilómetros claves de la batalla.
Hautacam, epitafio de Indurain en el 96, el eterno Tourmalet de Octave Lapize, uno de los campeones del Tour que perdieron su vida en la I Guerra Miundial; el pirenaico Aspin, al que un día dominó el maldito Ricco; el paisaje lunar del Mount Ventoux, al que humilló Chris Froome y engrandeció Van Aert; la etapa reina con final en Mont Doré y sus siete puertos y ni un metro llano; la cronoescalada de Peyragudes, con el majestuoso vuelo y recuerdo de Pogacar, y el remate final de las tres semanas con los alpinos Courchevel y La Plagne, donde nuestro Miguel Indurain, con su inolvidable ataque, desgajó el Tour y a todos sus rivales en su quinto triunfo consecutivo, accediendo por el Arco del Triunfo a disfrutar de la compañía inmortal de Anquetil, Merckx e Hinault.
La nostalgia se entremezcla con la historia del último triunfo francés en el Tour de su país y además son una antesala especial llena de emociones, que culminarán seguramente a todo lo alto, en los míticos Campos Elíseos de París. Un gran artículo Fernando. Gracias por compartirlo!