El Tour, de entrada, siempre enamora, y en las últimas ediciones, embruja. Por algo es la carrera más grandiosa del mundo. El epicentro de la temporada, la cumbre que todo ciclista aspirante a profesional desea alcanzar.
Su legendaria y antológica historia acompañan. Los puristas critican que su dureza ha ido menguando, en distancias y en desnivel. Sin embargo, como se suele decir, “le Tour c´est le Tour”, que en el axioma refranero del enunciado bien podría traducirse por un “París bien vale una misa”
Se presentó la 111ª edición en el elegante palacio de congresos de París, y la primera sorpresa brotó con la noticia que el desenlace no tendrá lugar en los Campos Elíseos de escenario, por primera vez en su centenaria historia. La foto del podio más pretendida tendrá el marco de la Riviera francesa, en la mediterránea Niza. Aire fresco y renovado que traen los JJ.OO. de París, que pocas semanas después darán comienzo.
No es el único cambio. También se nos adelanta la ronda francesa a finales de junio, factor que obligará al resto de carreras previas a mover sus fechas tradicionales, para no influir negativamente en la preparación de la cita por excelencia.
Un Mini Giro para empezar
Un Tour que comienza en Italia, y lo hace a lo grande, rindiendo homenaje al campeón del Tour de hace un siglo, Octavio Bottecchia. Uno de los emblemas del ciclismo heroico, que murió en trágicas, extrañas y nunca esclarecidas circunstancias, en aquellos años difíciles y enturbiados por las reyertas y la irrupción del fascismo en Italia.
Bottecchia fue la avanzadilla de los Bartali, que también será homenajeado en su ciudad natal, Florencia, y de Coppi que tendrá su momento en Tortone, al trascurrir el pelotón por la población en que falleció. Son nombres que nos evocan la tradición ciclista del país transalpino en años cuando el Giro dominaba la actualidad del ciclismo, gracias a los campeones que alumbraba.
El Tour de Francia 2024 homenajeará a Octavio Bottecchia, vencedor en 1924.
El Tour de los estrenos comienza y termina como nunca lo hizo antes. Las tres jornadas italianas conducirán a los favoritos a que, en el cuarto día, se estrene una etapa alpina de cinco estrellas, obligada a condicionar, en gran parte, el resto del Tour.
Apunten; Sestriere, el puerto nos despedirá del mini Giro para terminar la jornada coronando el Galibier. Macizos que seguro darán las primeras dentelladas a la clasificación.
Un duelo que ya es un icono del ciclismo
Empieza como nunca un Tour que nos volverá a brindar la tercera entrega del duelo icónico entre Pogacar y Vingegaard. Ambos grandes corredores se han ganado el marco y contexto de las rivalidades históricas que, a lo largo de sus más de cien años, han convertido a la ronda gala en la mejor carrera del mundo.
No serán los únicos protagonistas. Evenepoel hará su estreno en el Tour, Roglic regresa con equipo y con el objetivo de ganar la carrera que le falta, y otros muchos nombres irán apareciendo a lo largo de un 2024, apasionante de ciclismo.
Los mejores ciclistas del mundo volverán a brindarnos un espectáculo mayúsculo. Todo indica que será así.
El recorrido presentado será todo lo duro que quieran los ciclistas. Un formato que suma cincuenta y nueve kilómetros de contrarreloj individual, pudiendo convertir la Turbie y el Col d’Eze en juez determinante, como suele ocurrir en muchas de las ediciones de la primaveral París- Niza.
El final más soñado y buscado
El organizador ha diseñado en la última etapa una crono enrevesada. Parece querer rememorar el considerado como el mejor Tour, el del 89, con el final agónico y espectacular entre Lemond y Fignon, multiplicado por cuatro.
En estos días pre hibernales, soñemos por unos momentos en un hipotético final. Pogacar, Vingegaard, Roglic y Evenepoel están separados por apenas un puñado de segundos. Cualquiera de estos nombres puede detonar cualquier previsión, y todo se juega a un “César o Nada”, en plena Riviera, en treinta y cuatro kilómetros de infarto.
Para que un sueño así se convierta en realidad, antes habrá que sortear y salvar las temidas caídas, los tramos de sterrato entre los viñedos de Champaña, de un Tour algo menos montañoso, que suma más de 52.000 metros de desnivel entre Apeninos, Alpes, el Macizo Central y sus vendavales y cumbres míticas como el Tourmalet, el Hourquette d’Ancizan, el interminable Plateau de Beille y sus 15,8 kilómetros al 7,9%, además del Isola 2000.
Un Tour de estrenos que promete reeditar emociones y momentos que para el aficionado siempre serán nuevos.
Fotos: Ciclismo a Fondo