Un Mallorca apocado

Tres jornadas sin ganar, dos puntos de nueve posibles y muy poco gol. El solitario gol de Muriqui, en jugada a balón parado, es el saldo goleador de un Mallorca renovado que sigue lastrado por las mismas dificultades que llevaron a la liquidación de la era Aguirre.

Es pronto para exigir. El fútbol es caprichoso. Es difícil dar con la tecla acertada. El calendario ha sido apremiante. Los tres rivales a los que se ha enfrentado el equipo de Arrasate no son fáciles.

La solidez defensiva es una garantía de que los cimientos están bien forjados. Si Doménech llega a debutar a lo grande, otro gallo cantaría. Sabemos que las victorias traen victorias y cuando se sumen los tres primeros puntos de golpe, las sensaciones serán otras. Hoy, caras largas.

La necesidad de un refuerzo de entidad urge. La evidencia se impone.

Es necesario reforzar el plantel. El fallido de las rotaciones efectuadas lo demuestra. Lo de Larín merece un apunte. El canadiense sigue negado ante la portería. Su actitud indolente sorprende, tanto por la confianza reiterada que se le continúa dando, como para la nula eficacia que ha demostrado el delantero en su andadura como mallorquinista.

Ortells deberá sorprender con una novedad relevante. Arrasate se lo viene solicitando, con prudente sigilo, sin embargo, el balance de su estreno en el banquillo de Son Moix ha elevado a pública su reclamación. Su Mallorca es un equipo apocado, con buenas intenciones, pero sin los mimbres necesarios para desplegar el fútbol que hay en su cabeza.

Garcia Pimienta le ganó la partida táctica a Arrasate. Sus jugadores o no le entienden o no pueden. Menos mal de Leo Román. Demos tiempo al tiempo.

Foto: El Correo de Andalucía / Diario de Mallorca.

Sobre Fernando Gilet

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