El triunfo de Evenepoel en la Vuelta a España del 2022 le liberó de los augurios que le negaban la condición de vueltómano. Había ganado su primera gran vuelta, dominando de principio a fin durante las tres semanas. Es cierto que había sufrido en los puertos largos. Sin embargo, la gestión de las diferencias conseguidas, meritoria y brillantemente en las etapas que le eran más favorables, fue implacable. El apelativo de pit-bull le hacía justicia.
Además, estrenaba la temporada vestido de arco iris. Como campeón del mundo todo se ve de otra manera, y también, todos te miran de forma diferente.
Emocionalmente estable en lo personal y familiar, afincado en los soleados montes alicantinos, la nueva temporada se prometía feliz para el belga. Todo eran sonrisas.
El Giro termina demasiado pronto
La elección del Giro de Italia, como objetivo central del primer sector de la temporada, supuso un impacto mediático. Todo cuanto envuelve a Evenepoel es noticiable. El personaje lo sabe y se recrea, en ocasiones, con osadía.
El Giro y Evenepoel, se necesitaban. Se le cocinó un recorrido propicio, con una contrarreloj estratégica en el inicio de la segunda semana, reservando la alta montaña, mucha de ella inédita, en la parte final, con una cronoescalada corta y favorable para ciclistas de potencia como última gran prueba. Viento favorable.
Todo le era favorable para ganar el Giro hasta que llegó la sorpresa del año.
El lector puede interpretar sin equivocarse, que la organización había puesto todo de su parte para conseguir atraer la atención de Evenepoel. Lo consiguió.
Los astros se aliaron y Roglic se decantó por la corsa rosa. El duelo estelar estaba servido.
El expansivo carácter del entonces campeón del mundo contrasta con el perfil más reservado de la mayoría de las figuras del circuito. Se recrea en esa imagen, lo cierto es que cada vez con menos excesos. Ello hizo que la expectación de su participación en el Giro de Italia se vendiera con estruendo.
Llegó el estreno y rompió el cronometro. Voló, literalmente. Cambió el arco iris por el rosa y desfiló su magnífica figura a lo largo de los primeros siete días .
Hasta que llegó el día D. El diseñado para medio sentenciar el Giro. Ganó la etapa de Cesena. Sin embargo, para sorpresa mayúscula, lo hizo de forma pírrica. ¿La razón? La conocimos horas más tarde. De madrugada, Evenepoel abandonaba la carrera al dar positivo por COVID.
Toca recomenzar
Volvió a ganar en Lieja por segundo año consecutivo, después de acreditar su fortaleza en un arranque algo más tardío que el del año anterior, pero igual de mortífero.
La Clásica de San Sebastián se ha convertido en su carrera fetiche. Lleva tres consecutivas. Con el Mundial a la vuelta de la esquina, su condición de favorito era indiscutible.
Lo intentó decenas de veces sin éxito. No era su día. Van der Poel le arrebató el arco iris merecidamente. La Vuelta esperaba.
Repitió estrategia. Salió arrasando. En Andorra se llevó por delante a un fotógrafo y un par de vallas. El pit bull parecía indomable, hasta que llegó el Tourmalet. Para ser exactos, el Aubisque, dejándose veintisiete minutos en la General. La Vuelta estaba perdida y su orgullo herido .
Desde aquel infausto día, Evenepoel dinamizó el monopolio de los Jumbo. Sumó tres victorias de etapa y en cada jornada protagonizó numerosos intentonas.
El 2023 nos deja un Evenepoel fraguado en la contradicción. En La Vuelta que no ganó, conquistó el corazón del aficionado.
Remco no ganó la Vuelta de ese año. No vistió de rojo en el podio de Cibeles, lo hizo de lunares azules, sin embargo, con la autoridad y el respeto de todos los aficionados, sin discusión.
El 2023 nos deja un Evenepoel fraguado en la contradicción. Victorioso y campeón con la hendidura del trabajo dignificado con el esfuerzo y la superación. Sigue siendo campeón del mundo en su especialidad reina, la contrarreloj, pero por encima de cualquier distinción, nos queda un Remco Evenepoel superior sin ostentación.
El 2024 le espera meciendo al Tour de Francia entre sus brazos.