Vamos a acabar el año con tristeza. Miquel Mesquida, más conocido como ‘Barralet’, ha fallecido a los 73 años. Fue un mallorquinista de la vieja guardia del movimiento peñista. Un maldito cáncer rápido y mortífero se lo ha llevado en apenas unos meses. Miquel ha sido toda su vida un aficionado de base del club de su vida. Un tipo entusiasta y entrañable. Así le recordaremos todos.
Acérrimo
Conocí a Miquel ‘Barralet’ en mis inicios en esta profesión de la comunicación y debo reconocer que nuestra relación, al principio, no fue buena. Tampoco lo fue con nadie del club de aquella época que terminaba la era de Contestí y se nacía la Sociedad Anónima Deportiva. Miquel era un fanático rojillo y cualquier crítica a la gestión a en temas deportivos que se le podía hacer a su equipo, la rechazaba. Incluso en ocasiones con vehemencia.
Miquel ‘Barralet’ no podía consentir ver como el actual Mallorca vive tan al margen de su masa social.
Con el paso de los años sus posturas radicales fueron a menos y cambió el activismo por la gestión. Tampoco le vi muy cómodo en los despachos de su peña ni en la Federación, después Unió de Penyes. Miquel siempre ha sido un guerrillero. Le gustaba la grada, el tambor, el cuerpo a cuerpo y, por encima de todo, hablaba claro y eso no siempre sienta bien.
Sin pelos en la lengua
Formó parte de un triunvirato que el aficionado del Mallorca no debe olvidar. Miguel Garro, de la Peña Graderío, Toni Tacha, de s’Arrabal, además de Miquel Mesquida de la Barralet. Durante muchos años controlaron el movimiento peñista que, con ellos, vivió sin duda su época dorada. Con su más y sus menos por alguna guerra de poder entre ellos pero, al final, el amor al club estaba por encima de las desavenencias. Se ha marchado y hemos dejado pendiente una cena en su peña en el Pla de na Tesa. Le gustaba invitar, compartir, revivir momentos del club con mallorquinistas, periodistas y personalidades de la sociedad mallorquina siempre con su entusiasmo y sin pelos en la lengua.
Vieja guardia
Poco a poco fue apartándose del club, del fútbol moderno y de las propiedades sin corazón. El distanciamiento de los dirigentes y futbolistas hacia el aficionado de base hacia el socio de una humilde peña que ya no veían posible la cena anual con sus ídolos, le hizo dar un paso atrás. ‘Barralet’ no podía consentir ver como el actual Mallorca vive tan al margen de su masa social. Miquel añoraba la diada de peñas, las visitas del equipo y afición a la Mare de Déu de Lluc y los desplazamientos para acompañar al equipo.
Auténtico
Miquel, con sus nerviadas y salidas de tono, ha sido una buena persona, amigo de sus amigos y que siempre ha dado más de lo que tenía sin recibir nada, o muy poco, a cambio. Se ha ido uno de los últimos auténticos mallorquinistas que el club no echará de menos. No por ser tú, sino porque tu figura en el fútbol de hoy no tiene espacio. Querido Miquel, tranquilo. Para muchos, quizás ya mayores, sí que te añoraremos a ti y tus iniciativas de peñista puro y duro. Ahora descansa en paz, Barralet. No te olvides de la gorra de banyes.