Todas las iniciativas para agradecerle públicamente su gesta deportiva a Rafel Nadal han sido y serán pocas ante su magnitud como deportista. Pero todo tiene su momento, espacio y ahora pienso que no estamos en el escenario de darle su nombre al aeropuerto de Son Santjoan de Palma. Tiempo al tiempo. No digo que no se lo merezca. Solo faltaría porque se trata de una propuesta que nació en las redes sociales. Que es donde parece que el mundo vive y rápidamente todos los que pueden sacarle algún rédito, políticos en su mayoría, no tardaron en subirse al carro.
A Nadal le queda mucha cuerda como para prejubilarle poniéndole su nombre al aeropuerto estando en activo.
Clamor popular
Todo lo que dice y hace Nadal genera y tiene un gran recorrido mediático y social, con un gran consenso en la opinión pública favorable a él: todos con Rafa. En el tema del aeropuerto se ha repetido. Las encuestas y sondeos no ofrecen dudas. Una gran mayoría de los ciudadanos apoyan el cambio de nombre del aeropuerto mallorquín. Conociendo a Nadal, su entrenador Carlos Moyà, su manager Carlos Costa y a su entorno más íntimo, estoy seguro que después de sorprenderles, esta idea les tiene que haber encantado. Pero no es el momento.
Paciencia
Todos sabemos, y el tenista primero, que el final de su carrera está cerca con casi 36 años y que su prioridad sigue siendo poder competir y volver a ganar algún Grand Slam más. El propio Rafel lo reconoció al confesar que, posiblemente, los 21 títulos no serán suficientes en su lucha con Novak Djokovic para conservar este récord. Hay que seguir trabajando. Estoy convencido que esto no se ha acabado aquí. Nos quedan más batallas por vivir, duelos épicos y portadas. El serbio sigue vivo y con ganas de revancha y los jóvenes suben fuertes, pero no hay argumentos para prejubilar al mejor del mundo poniéndole su nombre al Aeropuerto de Palma de Mallorca, estando en activo.
Dimensión
Rafael Nadal conoce los aeropuertos más importantes del mundo. Se ha pasado su vida subiendo a aviones y en salas de embarque. Con lo cual valorará la iniciativa como se debe y otorgándole la importancia y dimensión que tendrá el hecho de que, por donde desfilan diez millones de turistas cada año, lleve su nombre. Ahora, dado el consenso expresado por Armengol y Prohens, deberían comenzar a trabajar en silencio para conseguir que, el día después de la retirada de Rafelet, cuando regrese a su casa pueda escuchar por primera vez por la megafonía del avión eso de “en unos minutos aterrizaremos en el Aeropuerto de Palma de Mallorca – Rafel Nadal”. Ese día comenzará una nueva era, en la que todo recuerdo al manacorí será poco. Sin duda marcará un antes y un después.