Trabajar con una pantilla de 27 futbolistas era una árdua tarea para Vicente Moreno. Cualquier entrenador de un equipo profesional quiere evitar que el futbolista se disperse o que el overbooking tape la progresión de la cantera. Lo ideal es trabajar con veinte jugadores del primer equipo y alternar con jóvenes del filial. Gestionar un grupo tan voluminoso se convierte en un peligro para el ambiente del vestuario porque no todos los futbolistas pueden jugar.
El esfuerzo en reforzar el ataque evidencia que, para aspirar a algo más, hay que apostar por la calidad arriba.
Acierto
El rendimiento de la plantilla respecto a los resultados nos ha sorprendido a todos porque había dudas. Con las incorporaciones de Budimir, Stojiljkovic y Suárez se da un salto de calidad y las salidas son beneficiosas para Faurlín, Giner, Castro y Merveil porque han recalado en equipos interesantes para contar con el protagonismo del que no han disfrutado aquí. Llama la atención la salida del atacante africano, un futbolista con titularidad en los últimos partidos para el entrenador. La única explicación posible es que el club quisiera evitar pagar una penalización contractual al Getafe al tener que jugar un mínimo de encuentros en su cesión.
Pólvora
En cuanto a los que se quedan, hay que destacar el bloque porque llevan jugando juntos más de un año. Se le ve un equipo sólido, encaja poco y el esfuerzo en reforzar el ataque evidencia que, para poder aspirar a algo más, hay que apostar por la calidad arriba aportando más pólvora. Si contamos a todos los atacantes del equipo podemos vaticinar la alta competencia entre ellos porque muchas veces Moreno solamente alinea a uno. El problema sería que de los seis que tiene haya cuatro que bajen los brazos porque no juegan. Es complicado que acepten ese rol teniendo en cuenta que llega la recta final de la temporada y la lucha por los objetivos llega a su final.
Portada: Los futbolistas del Mallorca celebran el tanto en el Carranza (LaLiga).