Solamente se han jugado diez jornadas del campeonato de Segunda y ya han cesado a tres entrenadores. El fantasma del descenso al fútbol aficionado aterroriza a los propietarios de los clubes. Primero fue el Tenerife, con apenas cinco jornadas disputadas, despidiendo a Joseba Etxeberría. En la última semana han sido el Real Zaragoza y el Nàstic de Tarragona quienes han fusilado a sus técnicos Imanol Idiákez y José Antonio Gordillo. Este trío de entrenadores han sido los primeros en pasar por la oficina del paro esta temporada.
La refundación de Molango también ha llegado para aportar estabilidad al banquillo de Son Moix.
En el punto de mira
Mientras, los consejeros delegados y directores deportivos intentan, con estas maniobras, frenar la crisis institucional por la que pasan sus empresas y desviar la atención mediática que les apunta a ellos como culpables por su gestión a la hora de fichar. El fútbol está montado así y el primero en pagar la factura de un mal arranque es el entrenador que no falla goles y que, en la inmensa mayoría de casos, es el más honrado del circo futbolero. Por otro lado, los artistas siguen con su plácida vida sin inmutarse. A rey muerto, rey puesto. En apenas el tiempo de llegar al vestuario y cambiarse, no se acuerdan del que ha sido su jefe y, como si no hubiese pasado nada, le ríen las gracias al nuevo.
Pánico al descenso
Los cambios de entrenador al fin y al cabo no son más que parches que, en un alto porcentaje, no suelen cambiar los problemas graves de falta de calidad o acierto de los futbolistas. Estas situaciones de crisis con cambios de entrenadores, tras pocas jornadas, confirma que la angustia de perder la categoría -y consecuentemente los ingresos televisivo- lleva a los clubes a actuar sin sentimiento, valores ni el más mínimo sentido común. Don dinero manda y en Segunda B, se mire por donde se mire, solo hay miseria. Ello conlleva a intentarlo todo sin importar ni valorar que puede haber másculpables que el entrenador. Antes de verse metidos en alguno de los cuatro grupos del fútbol de bronce, buscan una solución moviendo el banquillo.
Sentido común
Molango lleva grabado a fuego su paso por el Grupo III y es por ello que no deja pasar la oportunidad para recordar de donde venimos y por lo que ha pasado el club en los últimos años por culpa de los antiguos gestores de la entidad. La estabilidad en cualquier orden de la vida es clave para el éxito de cualquier empresa y en el club de fútbol lo es para llevar a cabo sus proyectos deportivos y sociales. Este deporte no tiene paciencia, lo cual motiva situaciones tan sorprendentes como lo que, año tras año, vemos en dos meses y medio de ucrso en la Liga123. Esta ansiedad es lo que diferencia a las SAD de otras sociadades donde los resultados no pueden esperarse a medio plazo. ¿Qué empresa despide a su gerente a los dos meses? Ninguna con algo de sentido común. El fútbol es diferente. Todo va más rápido y descontrolado.
Portada: Gordillo, Etxeberría e Idiákez.