Lo dicen todos. Los de antes y los de ahora. El ciclismo ha cambiado mucho en los últimos años. En todos los aspectos. Desde la nutrición, el cálculo científico aplicado al esfuerzo y al rendimiento, los desarrollos, las máquinas y sus componentes, el diseño de las etapas, los ciclistas, y por supuesto, las carreras. Nada tiene que ver la fisonomía de un gran campeón de los ochenta o noventa con la de cualquier ciclista de la actual generación. Una promoción de ciclistas ha irrumpido haciendo saltar todos los cánones. Y en un deporte tan viejo como el ciclismo algo así merece contarse. Esta revolución tiene nombres. Los Bernal, Pogacar, Evenepoel, Van Aert, Van der Poel o Ganna son los líderes de la revuelta. Una revolución que ha derribado el mito de tener que esperar a una madurez competitiva para alcanzar el éxito.
Los Bernal, Pogacar, Evenepoel, Van Aert, Van der Poel o Ganna son los líderes de la revuelta.
Espectáculo
Estos barbilampiños entienden el ciclismo como una metáfora de ataque y contraataque. Que Evenepoel ataque a 180 kilómetros de la meta en un Mundial es algo que no se había visto nunca. Que Egan Bernal obligue a Roglic a jugarse el liderato a falta de 60 kilómetros en toda una etapa reina de La Vuelta, es simplemente apasionante. Todo lo que corren lo hacen para ganar. Son el espíritu rejuvenecido y modernizado de aquellos pioneros esforzados. Corren por el triunfo y para exhibirse, convirtiendo la carretera en un escenario. Convirtiendo el espectáculo en ciclismo. Transformando el ciclismo en una emoción. Y esa forma de entender el ciclismo ha atrapado al aficionado y ha puesto al deporte de la bicicleta en un momento extraordinario.
Otra intensidad
Luego encontramos a quienes se han visto sorprendidos por este arrebato de jóvenes insurrectos, que de buenas a primeras se han dado cuenta de que estos pipiolos les podrían convertir en actores secundarios de la función, y no están dispuestos a que esto suceda. Y encontramos a un Roglic convertido ya en un corredor de época, soliviantado por su compatriota Pogacar al que le saca ocho años. Lo que presenciamos el pasado domingo con Alaphilippe y sus cuatro ataques en una carrera de más de 270 kilómtros con sus cuarenta colinas, repechos o muros de por medio, solo tiene un calificativo; impresionante. Lo dicen las leyendas. “Este nuevo ciclismo no es como el de antes”. Ahora hay otra intensidad. No hay aclimatación. Estos portentos han cambiado las normas. Son la revolution.