En la planta noble de Son Moix existe malestar por la corriente crítica que, desde las redes sociales, se ha generado durante la pretemporada sobre cualquier decisión que se ha tomado. “Parece que no hacemos nada bien en lo deportivo ni en lo social”, comentaba un alto ejecutivo de la SAD. Me sumo a esta opinión. Jamás, en mis 35 años cubriendo la información del club, había percibido un ambiente tan hostil por parte de personas que siempre han portado la bandera del mallorquinismo. Es cierto que en algunos momentos, condicionados por las circunstancias de crisis, hemos visto como la grada dictaba sentencia con sonoras pitadas y pañoladas a propietarios y presidentes. Pero jamás se ha visto un acoso y derribo del socio, hoy abonado, como estos últimos meses.
Es más importante la ubicación de una valla publicitaria que el asiento de un abonado en esta o aquella tribuna.
Falsos mallorquinistas
Creo que la mayoría de la masa social mallorquinista está satisfecha de como Maheta Molango ha devuelto al equipo al fútbol profesional después del fracaso del descenso. El club sobrepasará la histórica cifra de diez mil abonados. El entorno mediático, que no olvidemos que somos quien debe opinar, criticar y destapar las irregularidades, está en su mayoría cerrando filas con el equipo. Los más beligerantes con el refundador permanecen en silencio y sin argumento alguno. Estos síntomas de la llamada paz insitucional dejan bien a las claras que solamente son un pequeño reducto de disidentes contra el CEO que, desagradecidos y movidos por el rencor, solamente pretenden agitar a la grada desde las redes sociales. Hasta el momento, afortunadamente, sin éxito. Nadie en el Ciutat de Palma le recriminó al suizo ni una sola decisión tomada desde que se ascendió en Miranda de Ebro. Desde el club no se le da demasiada importancia a estos mal llamados mallorquinistas que “parece que les sabe mal que su equipo del alma haya ascendido”, comentaba en un evento días atrás un dirigente rojillo.
Ni voz, ni voto
Personalmente me llama la atención que la mayoría de agitadores sea, según leo en sus perfiles, gente joven o ilustres mallorquinistas que deberían no olvidar el pasado pero sí entender que los tiempos cambian en el fútbol moderno. El abonado no tiene voz ni voto ante el club. Yo soy el primero que ha tenido que cambiar la percepción de como se hacen las cosas desde la llegada de Molango. Al principio tampoco me gustaban algunas decisiones que se tomaban pero el refundador me ha enseñado y explicado, con argumentos empresariales, que debo reciclarme o sobro en este mundo del fútbol mega profesional. Es duro de entender pero hoy es más importante para el club la ubicación de una valla publicitaria que el asiento de un abonado en esta o aquella tribuna. Quien le reporta ingresos y prestigio no es el peñista sino la clasificación financiera que te permite crecer en La Liga.