El Mallorca tuvo la pólvora mojada y le faltó acierto en Granada. Con estos dos condicionantes es imposible ganar un partido en un categoría tan compleja como esta Segunda. La alegría del Granada tras el pitido final explica muchas cosas de lo que sucedió en el partido. Con menos oportunidades, los locales fueron capaces de llevarse los tres puntos. El golazo de Pozo marcó la diferencia ante un rival, los mallorquinistas, que desaprovecharon innumerables ocasiones de gol. Quien perdona, la paga.
Con la pólvora mojada y sin acierto es imposible ganar un partido en un categoría tan compleja.
Más oficio
Algunos buscarán el consuelo de que el Mallorca jugó bien y plantó cara ante un gran equipo, pero los errores ante el portero rival son difíciles de entender. Más que hablar de dibujos o jugadores concretos, hay que remarcar que el Granada supo tirar de oficio y veteranía. No sé si el Mallorca tendrá tantas oportunidades en próximas jornadas. La calidad de los andaluces, que hicieron solamente un jugada espectacular de gol, valió tres puntos muy celebrados.
Equilibrio
Es curioso como, en ocho días de diferencia, los rojillos pasen de darse un festín de efectividad ante el Tenerife y en Los Cármenes desaprovecharan tantas oportunidades. Al final ello es un reflejo de una categoría tan igualada manteniendo el equilibrio. Vemos pocos casos de equipos ganando más de dos partidos consecutivos, los equipos de abajo reaccionan y cualquier rival puede hacerte daño más allá de su situación clasificatoria. Lo más positivo es que, en una categoría de locos, el Mallorca sigue enganchado en el vagón de cabeza aspirando a todo y sin sentirse inferior a nadie. Algo que no vivíamos desde hacía mucho.
Portada: Salva Sevilla pelea con un rival uno de los muchos rifi-rafes que hubo en el encuentro ante el Granada (LaLiga).
