La Amstel Gold Race es la primera de las tres Clásicas de las Ardenas, seguida de La Flecha-Valona y Lieja-Bastoña-Lieja. Juntas pondrán el broche a las clásicas de primavera. La primera de esta serie es la única que se corre en suelo neerlandés. Los frondosos y angostos bosques de la región se convierten en una emboscada permanente para los ciclistas, lo que convierte a la carrera cervecera en una secuencia constante de ataques y contraataques, que bien podría ser la definición de clásica cuando hablamos de ciclismo.
La Amstel recorre 257 kilómetros de un paisaje que combina espesura vegetal, colinas y ríos. Tienen su historia las Ardennen. Hay que remontarse a los avances de Julio Cesar en su conquista de las Galias para encontrar las primeras referencias. También fue triste escenario de las dos grandes contiendas bélicas del pasado siglo, dada su ubicación estratégica. No fue nada fácil el frente entre tanta maleza y un frío penetrante, otra de las notas características del lugar.
Las treinta y tres colinas.
El triduo ciclista empieza en Maastricht, que después de tanta referencia bélica nos suena a paz y tratados. Si bien cuando los ciclistas empiecen a rodar la tregua no durará mucho. El primero de los treinta y tres ascensos asoma pronto, en el kilómetro doce. Aunque cortas, estas subidas son brutales, sobre todo porque el Keuterberg llega con un señor ascenso del 22%. El Cauberg, Geulhemmerberg y el Bemelerberg conforman el circuito previo al desenlace decisivo.
Un constante sube-baja es la definición de la Amstel Gold Race que nos devuelve a Pogacar al plató de las carreras.
Que el año pasado estuvo protagonizado por un reñido mano a mano entre Cosnefroy y Kwiatkowsky, manteniendo la expectación durante varios minutos hasta que los jueces y la foto-finish dieron por vencedor al polaco. Recuerdo la elegante reacción del Bernat Cosnefroy que hasta ese instante tenía la plena convicción de haber conseguido un triunfo que había celebrado con efusividad.
Es este un final propicio y probable, a pesar de los treinta y tres ascensos referidos, de los que la práctica totalidad oscilan en desniveles que alternan entre un 2 y un 5%. Un recorrido que favorece a corredores de fondo y potencia, que se desenvuelven con habilidad en la media montaña, lo que convierte a esta Amstel Gold Race en una carrera especialmente atractiva.
El favorito y los aspirantes.
Referirse a los favoritos cuando encontramos a Pogacar entre los inscritos se convierte en una ilusión. Más bien podríamos referirnos a aspirantes. Porque el gran e indiscutible favorito es el Caníbal en versión 2.0 de Tadej Pogacar. Con el esloveno en carrera todas las miradas y vigilancias se centrarán en su rueda. La temporada que lleva mantiene el asombro de todos. Su regularidad se completa con una ambición voraz.
Esta por ver la recuperación de Tom Pidcock, que después de su caída en la Tirreno- Adríatico pocos días después de su gran triunfo en la Strade, no ha conseguido mantener el excelente nivel y rendimiento del que hizo gala en la carrera del sterrato.
Tim Benoot, como buen Jumbo- Visma, es otro nombre imprescindible. Ganó en la Kuurne- Bruge-Kuurne, y conocida la pletórica campaña que está realizando el equipo neerlandés, corriendo en la única clásica que se corre en los Paises Bajos, un triunfo en casa completaría el ciclo de forma más que brillante.
Powless, David Gaudu, al que se le está resistiendo lo que bien merece, Sergio Higuita, Mauro Schmidt o Attila Valter, la promesa hungara que ya ha tenido su protagonismo en lo que llevamos de temporada, completan la lista de posibles candidatos a ganar esta primera entrega de las Clásicas de las Ardenas.