Que pena de escenario vemos en Segunda B. Semana tras semana se producen ceses de entrenadores en el Grupo III. Galiana y Josico han sido los dos últimos. Precisamente el albaceteño apuntó hacia la poca implicación de los futbolistas del Elche como principal causa. El año pasado -y el anterior- lo vivimos en el Mallorca que descendió. Nos cansamos de insistir que la plantilla rendía por debajo de sus posibilidades y Molango asentía. Pero poco podía hacer porque están en sus manos. El baile de entrenadores en esos dos últimos años fue de escandalo.
Molango y Recio escarmentaron, tomaron buena nota y este año Son Bibiloni es un remanso de paz.
Sin motines
Si el consejero delegado tiene un motín en la planta noble, puede despedirles porque el club es una empresa. Ahora bien, dando un paso más allá, esto no es aplicable sobre el césped. Es cierto que Vicente Moreno ha logrado crear un ambiente cohesionado en el vestuario esta temporada. Pero todo hubiese podido cambiar de no haber conectado con los pesos pesados de la plantilla. Ahí estuvo acertado trayendo a gente de su confianza como Reina, Campos, Giner, López y ser capaz de llegar a jugadores como Raíllo o Lago que fueron renovados tras el descenso.
Remanso de paz
Pero ya puede ser Vicente Moreno, Zinedine Zidane o Josep Guardiola. Si los jugadores con galones no conectan con el cuerpo técnico o discrepan con su proceder, el motín está a la vista y la cuenta atrás para un cese de entrenador es inminente. Este es el poder de los futbolistas en el fútbol de hoy en día. Sucede en niveles top y, desgraciadamente, se ha contagiado también en la categoría de bronce. Por suerte el abogado suizo y Javier Recio escarmentaron, tomaron buena nota y este año Son Bibiloni es un remanso de paz. Incluso comunicativamente el club utiliza el hashtag #SomUnaPinya y así se refleja en el buen ambiente que se refleja en las fotos del vestuario.
