Oráculo del Tour

Desde hace varios años, ronda por los mentideros ciclistas la opinión que el Tour de Francia aburre hasta a las ovejas. Es un parecer que está en contraposición con el sentir que La Vuelta gana cada año más emoción, a pesar de que siempre se ausenta algún ciclista de renombre. Aún con ello, el Tour sigue siendo el acontecimiento capital de todos los habidos y el que designa al ciclista del año, por encima de cualquier otro triunfo. Naturalmente, sin querer desmerecer el mérito de quienes se alzan con alguno de ellos.

Tendencia española

Ha llegado a nuestras manos, hace pocos días, el libro de ruta del Tour 2022. Analizadas las 21 etapas que lo componen, contrastadas las opiniones de gurús y entendidos, me adhiero a la teoría de la cada vez mayor influencia de La Vuelta sobre el Tour de Francia. Christian Prudhomme, periodista y director de la carrera desde el 2007, refuerza, en la edición que se presentó hace pocos días en el Palacio de Congresos de París, la tendencia “española” de etapas cortas, con seis finales en alto.

Gravita la duda de una pérdida de valores identitarios y de su conexión histórica, en favor de un espectáculo más televisivo.

Es una de las 109 ediciones con mayor número de Cols, sin etapa reina, que apuesta las gestas heroicas en los Alpes en detrimento de los Pirineos para abrir y cerrar con una contrarreloj. Ello sin tener en cuenta la última etapa de los Campos Eliseos, generalmente de trámite y de homenaje al virtual campeón. Como dato concluyente destaca una sola etapa con más de 200 kilómetros. Los más críticos hablan de kilometrajes de juniors.

Viraje

Las contrarreloj ya no son lo que eran. Siguen existiendo, claro que sí, pero su presencia nada tienen que ver con las de otros tiempos no tan lejanos. La de por equipos ha sido eliminada, algo en lo que estoy de acuerdo. Las diferencias que hay entre las escuadras pueden acabar siendo tan notables que alterarían en exceso la general, y el ciclismo es un deporte individual, que necesita disputarse en equipo y no al revés.

Hay distintas razones que ayudan a justificar este viraje. La tipología de ciclista actual es más explosiva que fondista; sometidos a potenciómetros y pinganillos, con grandes equipos detrás que refugian a sus líderes hasta el momento clave de cada etapa, son algunas de las circunstancias que condicionan la confección del Tour 2022.

Emoción

La huida del tedio y la búsqueda de la emoción es el objetivo. Si se paran a pensar, caerán en la cuenta que ya no se ven aquellas escapadas eternas, como tampoco las famosas pájaras. Si bien se recupera la subida a Col de Granon, con el inevitable recuerdo de la cabalgada triunfante de Chozas y el hundimiento de Hinault, dudo mucho que se reedite una etapa como la de 1987.

El espectador moderno nada tiene que ver con el de hace veinte años. Es mucho más exigente e inconstante. Los cambios en el ciclismo también afectan al tipo de aficionado, y el Tour busca dar con la tecla que consiga mantener la emoción y enganchar al espectador de principio a fin. Todos los aficionados estarán enchufados en la salida de Copenhague, pero Prudomme sabe que muchos ciclistas no llegarán a París, pero por encima de cualquier interés, lo que no desea es perder a ningún espectador. Es más, quiere ir ganándolos a medida que pasen las semanas.

Esencia

El Tour 2022 busca la emoción con etapas nerviosas, trepidantes. Persigue con ello el antídoto Pogacar, reforzando un tipo de corredor que bien podría ser el otro esloveno, Primoz Roglic y ganar así combatividad. Analizada la base filosófica del Tour moderno invito al lector a una reflexión conjunta.

Cuando un editor, llamado Henri Desgrange, publicó en L’Auto del 19 de enero de 1903, que el mes de mayo de ese año arrancaría “la mayor carrera ciclista del mundo”, cambió para siempre la historia del ciclismo. Lo hacía para narrar las gestas de aquellos héroes en las páginas de su diario y vender así muchos más periódicos que su competidor y rival, La Vélo. Lo consiguió. La Vélo cerró a los tres años y su anunciada carrera creció hasta ser, después del Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos, el acontecimiento deportivo con mayor seguimiento mundial.

Su concepción y la que durante más de cien años se prolongó era poner a prueba a los ciclistas al mayor de los esfuerzos posibles. No quiero decir con esto que el Tour 2022 vaya a ser un paseo. Ni mucho menos. Pero sí que gravita la duda de una pérdida de valores identitarios y de su conexión histórica, en favor de un espectáculo más televisivo. Sea cual sea la razón empírica, lo que sí garantizo es que esta generación de ciclistas, que tanto disfrutamos, burlarán cualquier estratagema de despacho, y la esencia del Tour, como un buen perfume, francés en este caso, perdurará un año más. No les quepa la menor duda.

Sobre Fernando Gilet

El Rutómetro de Fernando Gilet. Blog personal | IG @fernandogilet | Opinión, comentario y análisis de la actualidad ciclista de allí y de aquí con un toque muy personal.

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