La reglamentación que propone LaLiga para la puesta a punto de los futbolistas, progresivamente, tras el parón por el coronavirus se me antoja complicada. Aislar los entrenamientos por fases para evitar que exista tanto contacto entre futbolistas y cuerpo técnico no parece tarea sencilla así como también es complicado ver su eficacia real. Tras saber que se prolongará el estado de alarma, como mínimo, hasta finales de abril hace que el deportista llegue a acumular más de un mes y medios de inactividad desde su último partido de competición y ello va a requerir una puesta a punto todavía más compleja si cabe.
Aislar los entrenamientos por fases no parece tarea sencilla así como también es complicado ver su eficacia real.
Bunkerizados
Pongamos el caso como ejemplo que sale un nuevo positivo en alguno de los casi quinientos futbolistas de Primera. Ello echará por tierra cualquier intento de esta drástica medida. Es cierto que estos últimos encuentros se disputarán en modo de concentración y aislamiento absoluto sin frecuentar otros espacios que no sean la ciudad deportiva, el hotel y el estadio los días de partido. También lo es que evitarán así el contacto con familiares que, a su vez, si estarán expuestos saliendo a la calle a hacer la compra y otras actividades de las llamadas esenciales.
Por líneas
Fijándonos en el modo de empezar las sesiones de entrenamieno con dos jugadores por campo, es imposible si solamente tienes un terreno de juego para entrenar. En el caso del Mallorca, que tiene cuatro en Son Bibiloni, solamente podrían empezar ocho futbolistas el entrenamiento durante la misma hora y media. Luego tendría que ser otro grupo muy recudido y habría que trabajar por separado las distintas líneas desde la portería, pasando por la defensa, centro del campo y atacantes. A este ritmo se harían insuficientes quince días de preparación antes de competir. Vicente Moreno no podrá reproducir todas las acciones del juego conjuntamente con su plantilla.
