Es un día diferente. Un estirada torre de babel, de múltiples idiomas y colores recorre a pedales la parte oeste de una isla con tanto matices como encantos recibidos.
La protagonista del día fue declarada Patrimonio Mundial hace más de una década. Hablamos de la Serra de Tramuntana. Su encanto sobrenatural es un suspiro del Creador. Un archiduque, filántropo y mecenas fue su gran precursor. Asombrado por la fuerza de su paisaje, fijó su residencia y se prodigó en su estudio y conservación, adquiriendo tierras y posesiones con el afán de retener tanta belleza.
El cicloturismo, nuevo fenómeno de masas.
Un siglo después, miles de ciclistas se concentran para sufrirla y disfrutarla. Por unas horas, la Serra es por entera para los ciclistas. Es el secreto del éxito.
El ciclismo necesita de la montaña como esta necesita del esfuerzo para ser descubierta. La interrelación variada del conjunto de sensaciones y sacrificios coronan la experiencia a niveles que pueden acabar siendo míticos.
La concentración de ilusiones es de por si una fiesta. Miles de personas esperando el momento de la salida. Más de ciento sesenta kilómetros, los que menos, trescientos doce los que más. La lógica comprensible del ser humano que no conoce lo que representa el ciclismo contrasta con la efervescente sensación de quien está dispuesto a hacer frente a tamaña paliza.
Se unen miles de hombres y mujeres con la misma pasión: hacer kilómetros en bicicleta.
Hay empresarios, trabajadores, oficinistas, catedráticas, transportistas, carpinteros, enfermeras, jueces y operarios. Hay de todo y de todas partes. Han sacado tiempo de donde no lo tienen para preparar la aventura.
Hay altos, bajos, gordos y finos, jóvenes, no tan jóvenes, mayores y muy mayores. Hombres y mujeres con la misma pasión de hacer kilómetros y superar sus miedos y limitaciones. Unos corren más de lo que pueden, otros dosifican porque saben que no le es suficiente. La mayoría se crece ante la adversidad y da de sí lo mejor que tienen.
Mallorca ha celebrado su día dedicado a la bicicleta. Es el día en el que más de ocho mil personas representan un mundo más libre, más humano, más sostenible y más feliz. En esto, todos están de acuerdo: no es un día cualquiera.