Molango no hace prisioneros

El llamado caso Joan Sastre es un nuevo episodio y ejemplo del negocio en el que se ha convertido el fútbol profesional. No es el primer jugador que un club deja en una posición comprometida de cara a su presente futbolístico ni será el último. El motivo es el de siempre, se ha llegado al tramo final en el calendario para la firma de una ampliación de contrato pero la parte que lo representa, lógicamente con el beneplácito del porrerenc, no acepta las condiciones.

Estos escenarios dejan claro queda que los sentimientos son una pantomima cuando llega la hora de hablar de dinero.

Represalias

Esta situación abre una grave crisis porque Sastre podrá empezar a negociar a partir de día 1 de enero de 2020 con otro club y la propiedad americana no recibiría ni un euro en concepto de traspaso. El enfado de Maheta Molango es mayúsculo con el lateral derecho y su entorno por lo que han llegado las represalias clásicas en estos casos hacia el futbolista. El CEO ha sido duro con el mallorquín en público y Vicente Moreno ha hecho lo propio en los entrenamientos dejándole fuera en momentos puntuales. Estos escenario dejan claro que los sentimientos son una pantomima cuando llega la hora de hablar de dinero.

Sastre y Recio en la última ampliación de contrato hasta 2020. Foto: RCDM.
Sastre y Recio en la última ampliación de contrato hasta 2020. Foto: RCDM.

Uno de los nuestros

Las dos partes están en su derecho de mirar por sus intereses pero siempre me ha indignado la postura de fuerza del empresario hacia el trabajador. Más todavía tratándose de un futbolista salido de la cantera. No tengo amistad alguna con Sastre ni recuerdo haber mantenido una conversación fuera del conducto reglamentario de las entrevistas o ruedas de prensa. Pero me incomoda la situación. El de Porreres es uno de los nuestros y debería tener un trato preferencial, sea quien sea su representante. En este caso es el sobrino de Llorenç Serra Ferrer, quien seguro que no le ayuda a la hora de negociar con el consejero delegado.

Borrón

El isleño es un tipo de club, serio, implicado, nada conflictivo, muy profesional y que controla el entorno. Lleva la mallorquinidad por bandera y con ello no quiere decir que no entienda el nerviosismo de Molngo ante la posible fuga de Sastre. Un hecho que sería un borrón en su hoja de servicios al no haber renovado a un mallorquín. Lo cual conllevaría un plus de crítica que, en otras operciones, no existe. De este caso me queda muy claro que Sastre, a pesar de no renovar, se tomaría la temoporada dándolo todo y con la misma entrega como si tuviera contrato hasta 2025. Otra cosa es que le dejen y mucho me temo que no se lo permitirán.

Sobre Tomeu Terrasa

Comunicador dedicado durante más de 30 años a la información deportiva. Ha narrado al RCD Mallorca en Primera y Europa además de acompañar a Moyà y Nadal alrededor del mundo desde 1997.

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