Pepe Gálvez ha dicho basta y no seguirá en el RCD Mallorca. Tampoco el club ha movido ficha para que reconsidere su decisión. El de mi pueblo preguntó en su día al director del fútbol formativo, Juanma Pons, por las intenciones sobre su continuidad. Su respuesta fua la misma que decirle que lo mejor era dejarlo. La cúpula rojilla ha demostrado un desinterés absoluto al ni siquiera sentarse a hablar con el calvianer para renovar su contrato que finaliza el 30 de junio. Gálvez tampoco ha estado a gusto y no es para menos. Las condiciones económicas no están al nivel de lo que debería ser la nómina de un técnico de la casa. Lo mejor que puede hacer es lo que ha decidido al darse cuenta que nunca se le ha valorado ni cuando se hizo cargo del primer equipo aprovechando la primera crisis de la Era Molango para cesarle.
Tampoco olvidaré sus lágrimas el día del cese sentado junto a Molango. Sabía que se cometía una injusticia y no supo disimularlo.
Staff profesional
Ahora se espera el momento de escenificar, siempre quieriendo dejar claro por parte del club, que la decisión de no seguir la ha tomado el exfutbolista. Pero la verdad es que no es así. Pepe es un tipo noble, auténtico y buena persona. Amigo de sus amigos, trabajador y que se merece una nueva oportunidad de estar en un banquillo profesional. Algo que sabe que, con la actual propiedad del club, será imposible. Jamás olvidaré el corto periodo de tiempo, seis partidos, en el que dirigió al equipo en Segunda con un estilo muy peculiar para mejorar al grupo. Me sentí muy cómodo con el y su equipo de trabajo formado por Alfonso Pérez Muñoz, Miki Garro, Santi Miralles y el preparador físico Jaume Moll. Un staff que siempre creí que, con algo más de tiempo, podrían haberse hecho un sitio en el fútbol profesional. Pero se lo cortaron injustamente. El hecho de no haber ascendido con el filial no es un borrón en el expediente del entrenador. Ya hablé del fracaso de los futbolistas, que no de los entrenadores, de los equipos baleares en los PlayOff de ascenso a Segunda B. Esta temporada ninguno de los cuatro clasificados lo ha logrado.
Toda una vida
Gálvez esperará ahora una nueva oportunidad. Pero sin prisas. No es un aventurero y no tiene ninguna intención de separarse de su familia. Donde vaya irá con los suyos. Con lo cual estamos hablando que deberá ser una oferta importante para salir de la isla. Me acuerdo de su llegada al equipo por expreso deseo de Serra Ferrer la temproada 91/92 en Primera. Cada mañana llegaba al Lluís Sitjar acompañado por su padre que tanto hizo para que su hijo llegase a ser futbolista. No tenía carnet de conducir porque todavía era un chaval de 17 años. Tampoco olvidaré sus lágrimas el día del cese sentado junto a Molango. Ese día Pepe sabía que se cometía una injusticia y no supo disimularlo. Calló y se refugió en Son Bibiloni demostrando su señorío y valores además del amor hacia la institución mallorquinista. Ahora se marcha en silencio, como siempre, con su ironia y buen corazón.
Portada: Gálvez no pudo evitar las lágrimas el día de su cese del primer equipo (Diario de Mallorca).