La Vuelta de los Jumbo se sometía a su veredicto. Es cierto que todavía queda metralla por explotar, sin embargo, el Altu del Angliru estaba diseñado para ser el gran polvorín de esta edición. Solo su nombre evoca gestas y hazañas pretéritas, que acompañada del “orbayu” – lluvia fina en asturiano – carga la atmósfera de los grandes días que envuelven a este deporte hasta alcanzar el asombro.
Es evidente que Roglic, Vingegaard y Kuss se llevan bien, son amigos. De haber acontecido algo parecido en otros equipos, de ahora y de antaño, no sé lo que hubiera podido pasar. Hay libros escritos con guerras intestinas tremebundas. Estar tan cerca de la gloria, y que tus rivales compartan contigo la cena y conversación cada noche, no debe ser fácil. El ciclismo tiene estas peculiaridades y los de estos tres Jumbo no es común.
Iba diciendo que el Angliru estaba llamado a dictar sentencia; saber quién era el más fuerte de los tres. El enredo se nos ha aclarado solo en parte. Kuss resiste y todavía le queda un disparo. La sensación es que languidece y Roglic crece. ¿Y Vingegaard?. Opino que el doble campeón del Tour de Francia se apuntó a esta Vuelta para ganarla, y tiene muchos números de conseguirla. En una de esas cenas a la que hacía referencia se decidió: el que tenga mejores piernas , ese ganará.
Enric se queda solo
La armada española volvió a decepcionar. Landa se reivindicó y recortó diferencias. Su actuación vino a indicar que es el que mejor llega a la tercera y decisiva semana. Enric Mas se enredó el día anterior hablando de sus compañeros de equipo, y ayer volvió a estar solo. El objetivo del podio se le escapa al mallorquín.
Angliru dejó una cosa clara por encima de cualquier otra, presenciamos La Vuelta de los Jumbo y solo la incertidumbre del orden en el que se colocarán en el podio es lo que queda por resolver.