Ciento treinta años de antigüedad con sus 107 ediciones, que se dice pronto. Por esta razón se la conoce como ‘La Decana’ de las clásicas. Hablamos de la Lieja-Bastogne-Lieja. La carrera que cierra el conocido Tríptico de las Ardenas. Un trio de carreras que empezaron con la Amstel Gold Race, ganada por el polaco Kwiatkowski, que continuó con la Flecha Valona, conseguida brillantemente por Dylan Teuns este pasado miércoles y que concluirá con el cuarto ‘Monumento’ de la temporada, ‘La Doyenne’. La favorita de Hinault, la que tiene grabados en su leyenda nombres ilustres como Kübler, De Bruyne, Anquetil, Merckx, Vandenbroucke, Kelly, Argentin, Paolo Bettini… Aquella que persiguió y no consiguió el Capo guillotinado, Lance Armstrong.
Se inventó para probar a los superhombres del siglo pasado con desniveles de vértigo durante 260 kilómetros.
Perseverancia
En este carrusel de clásicas de primavera, cada una tiene tanta personalidad, tanta carga histórica, que es muy fácil caer en la exageración y definirlas con singularidad. Que si la reina de las clásicas, que si la clásica de las clásicas, que si el infierno del Norte ― también existe el del Oeste ― , todas ellas tienen su apelativo por historia, pedigrí y épica. La cultura ciclista que las envuelve, en territorios donde el ciclismo tiene categoría de culto, colabora sobremanera a que estas carreras sean una maravilla para el espectador y una experiencia ansiada y trabajada para los profesionales.
‘La Decana’ recorre más de 260 kilómetros. Es una de las carreras de más distancia del calendario. Gran reserva de aquellas pioneras que se diseñaron para probar a los superhombres de hace más de un siglo. El mérito pretendido por los organizadores del ‘invento’ era probar la resistencia de aquellos esforzados, con largas distancias y desniveles de vértigo. Se trataba de conocer al más fuerte, al más resistente, aquel capaz de vencer los límites del cuerpo humano, físicos y psíquicos, a base de tenacidad, perseverancia y fortaleza.
Tradición
La Lieja-Bastogne-Lieja de nuestros tiempos tiene como característica peculiar que es capaz de reunir a los mejores ciclistas del momento. Nadie quiere faltar a la cita con la tradición. Es bastante frecuente que los favoritos de las grandes vueltas la disputen y la ganen. Se corre como si se tratara de una etapa de aquellos Tours de Francia de antaño. No deja de ser una carrera de fondo, con nueve cotas que se encadenan en un circuito que termina en su punto de partida, la festiva y alegre Lieja. La ciudad universitaria, disfruta por estas fechas de temperaturas más amables al encontrarse en las regiones del sur de Valonia, lo que favorece la estética y nutrida participación de corredores. El olimpo ciclista se prepara para recibir a su nuevo huésped. Ganar en Lieja representa pasar a la historia.
De las nueve cotas del circuito, la más célebre es la conocida como Saint-Roch, icono principal de la prueba. Muro en el que se agolpan cientos de aficionados que animan y jalean el paso de un pelotón que asciende todavía agrupado, al ser una de las cotas más alejadas de la meta. No es hasta la Côte de la Redoute donde suele empezar la selección con los primeros ataques serios. Si todavía no se ha dirimido la verdad de las hostilidades, el selecto grupo de favoritos no dejará escapar la Cóte de la Roche-aux-Fauçons. Al final, las cuentas sumarán 4.500 metros de desnivel, acumulados en las piernas de los ciclistas, cuando crucen la meta en la capital de la Región Vallone.
El olimpo ciclista se prepara para recibir a su nuevo huésped. Ganar en Lieja representa pasar a la historia
Decano Valverde
Un aparte merece Alejandro Valverde, que este 25 de abril cumplirá cuarenta y dos años, en un estado de forma digno de todo elogio. Inoxidable e imperecedero, es el único español que ha sido capaz de ganar en aquellas tierras. Y lo ha hecho hasta en cuatro ocasiones, una menos que las Flechas Valonas que se cuentan en su palmarés. El pasado miércoles se quedó a las puertas, con un segundo puesto que engrandece todavía más la magna carrera de este ciclista, que no deja de demostrarnos, reiteradamente, la pasión que siente por este deporte. No se trata únicamente de su capacidad para mantenerse entre los mejores, compitiendo con ciclistas a los que saca veinte años y un gran oficio, sino que también mantiene intacta su ambición y voluntad para seguir siendo el mejor ciclista español.
No lo descarten para este domingo en ‘La Decana’. Presenciaremos un nuevo ‘Monumento’ ciclista que inspirará crónicas y análisis ― El Rutómetro tendrá el suyo ― y con el que despediremos una parte de la temporada que no ha decepcionado a nadie, predisponiéndonos para el inicio de las grandes vueltas. Empezaremos con el Giro de Italia, el país de la pasión, de los pueblos teñidos de rosa, de los tifosi corriendo pegados a los ciclistas, de la tierra de Coppi, Bartali y Pantani, en donde el pasado y el futuro se unen en un presente que es un universo propio. “¡Oh, Italia, bella Italia!”.