Esta semana se ha presentado la 101 Volta a Catalunya. Una de las contadas carreras World Tour que hay en España, junto a La Vuelta, la Itzulia ( Vuelta al País Vasco) y la Clásica de San Sebastián.
Recientemente se publicó un libro titulado Herois de la Volta de Rafael Vallbona que bien merece ser leído. Sus páginas conmemoran las cien ediciones de esta carrera por etapas, decana del pelotón español.
Vigencia
La Volta nació en 1911, un día de Reyes, por influjo del Tour de Francia (1903) y el Giro de Italia (1909). Aquel ciclismo de aventura más allá de los Pirineos tuvo su réplica en la península. El ciclismo de competición en carretera entró en España por Catalunya, si bien en Mallorca también tenemos algo que decir al respecto.
En su siglo y un año de existencia encontramos en la Volta historias de todo tipo que merecen ser conocidas. Como la de aquel doble campeón, Miquel Mucio, que tras sobrevivir al horror del campo de concentración de Neungamme, murió envenenado por la Gestapo días después de la liberación aliada.
O la de Cañardo, que pasó también a la historia del fútbol; después de recibir una soberana pitada, por las sospechas de amaño en uno de sus siete triunfos en la Volta, enrabietado, se desquitó con un potente saque de honor en el Camp Nou, chut que pasó a llamarse para muchas generaciones de aficionados “un cañardo”.
Final en alto
De las siete etapas en 2022, me detengo en la última, que empieza y acaba en Barcelona, para rememorar la que fue conocida como L’Escalada a Montjuic, prueba que fue engullida en el 2007 por la globalización incesante que vivimos y que también afecta al ciclismo.
La subida a Montjuic ponía el cierre a la temporada en España. Era una carrera otoñal que servía de despedida, con cierto ambiente festivo, por el inminente periodo de descanso que le continuaba.
La ganaron corredores como Bahamontes, Merckx, en seis ediciones, Lejarreta, en cinco, Poulidor en tres, Fignon, Beloki, y muchos otros grandes ciclistas a lo largo de sus casi cincuenta años de existencia.
La Volta goza de un creciente interés para los profesionales por ser un perfecto banco de pruebas para grandes eventos.
Icónica
Cuentan las crónicas de aquella carrera con final en la montaña emblema de Barcelona, que sus rampas y la traca final al 14%, con la ciudad de fondo, agolpaba miles de aficionados que acudían a ver a sus ídolos, al igual que en la actualidad vemos por televisión los finales de etapa en las cumbres míticas como Mount Ventoux, el Stelvio o los Lagos.
Perico Delgado eligió Montjuic para dar sus últimas pedaladas como profesional. Allí se fraguó la última exaltación a favor del ciclista español más carismático para muchos aficionados, que se despedía sabiendo que la sucesión estaba más que garantizada con Indurain.
La 101 edición de la Volta volverá a ver su final en Montjuic. Si bien L’Escalada perdió su protagonismo particular en el calendario profesional por la citada globalización, no puede decirse lo mismo en el caso de la Volta, que goza desde hace unos años de una posición privilegiada, con creciente interés para los profesionales, por ser un perfecto banco de pruebas para los grandes eventos que, con la llegada de la primavera, comienzan a suceder semana tras semana.