Delegada del Gobierno en Balears, primera alcaldesa de Palma y consellera. Pero, por encima de todo, Catalina Cirer se considera mallorquinista hasta la médula y es uno de los referentes dentro de la masa social. La visión de alguien como Cirer sobre la inusual situación que vive el fútbol en la pandemia del coronavirus, en especial su RCD Mallorca, es fundamental para entender lo que siente el corazón de un aficionado de cuna con la mirada crítica de alguien con su talante y experiencia por su faceta institucional.
Tomeu Terrasa: ¿Le sigue afectando tener que seguir al Mallorca desde la distancia y más en el estado de gracia actual?
Catalina Cirer: A mí y a mi familia nos ha afectado mucho como seguro a tantos otros mallorquinistas. El hecho de verlo por la tele hace que no puedas reconocer físicamente a los jugadores y al entrenador por sus gestos y andares en directo en el campo.
¿Se llega a desconectar?
No. Es imposible hacerlo con las alegrías que nos da. Existen otros códigos de comunicación y las mascarillas nos identifican mucho por la calle.
¿Qué les parece que haya público en el Estadi Balear o el Palau d’Esports de Son Moix?
Me pone histérica. Sería la primera en volver a mi asiento cuando nos dejen con responsabilidad. Lo que no haría es ir al palco, como la presidenta Cladera, mientras el resto de mallorquinistas no están en su asiento.
¿Qué sintió cuando vio a la presidenta del Consell y al alcalde de Palma en el palco a pesar de que el partido se jugó a puerta cerrada?
A pesar de que Cladera se excusó con la invitación del club, su postura debería haber sido declinarla por solidaridad hasta que todos los mallorquinistas que quieran puedan volver a Son Moix. O todos o ninguno.
¿Cómo está actuando la propiedad americana?
Mi ideal sería que fueran mallorquines a pesar de que muchas veces no han tenido el éxito que desearíamos. Por otro lado soy de las que agradecen que esta gente permita que el Mallorca siga existiendo cien años después.
En la comisión de urbanismo del Consell estaba a favor de autorizar la residencia de Son Bibiloni.
¿El nuevo fútbol después del covid lastra al mallorquinismo?
Evidentemente, pero se sustituye con otras cosas. Se buscan otras vías, porque no puede acudir a las peñas con otros mallorquinistas, pero utilizas iniciativas como las mascarillas solidarias. Debemos reinventarnos como en tantos otros órdenes de la vida mientras no se pierda la esencia.
Usted participó en la comisión de urbanismo del Consell que denegó el permiso al Mallorca para realizar una residencia de futbolistas en Son Bibiloni. ¿Cómo fue?
Fue una decisión política porque, después de que se realizaran los pertinentes informes técnicos, los votos fueron mayoritarios contra el interés general. En mi caso, estaba a favor. Es un espacio que no afecta a ningún espacio más allá de la ciudad deportiva y se haría un buen uso para los futbolistas de la cantera.
