El próximo 18 de octubre arrancarà el campeonato de Tercera División inmerso en un mar de dudas y miedos. Con un protocolo poco riguroso y low cost, casi 600 futbolistas competirán en una liga contra rivales y, principalmente, contra el contagio de la covid-19. Solamente la ilusión de volver a jugar por parte de los jugadores ha conseguido que Rubiales autorice esta insensatez. Estos deportistas aceptan unos riesgos que, para muchos visto desde fuera, son innecesarios e incluso peligrosos para muchas personas. Hay que ir a trabajar y los niños deben seguir sus estudios en los centros educativos con la mayor seguridad posible. Pero todos los extras para mayores y pequeños sobran en esta crisis sanitaria que sigue sumando fallecidos a diario.
Con un protocolo poco riguroso y low cost casi 600 futbolistas competirán contra el contagio de la covid-19.
Riesgo
Una sociedad debe arriesgarse a tener el motor de la economía en marcha como son la industria, comercio, negocios o autónomos; pero el fútbol aficionado es ocio y, como tal, debería estar prohibido hasta que tengamos la ansiada vacuna. Otra cosa son los 42 clubes profesionales que compiten bajo el paraguas de LaLiga a los que, sin duda, hay que enmarcar como fuerza productiva del país. Posiblemente todos los hombres y mujeres que compiten o forman parte de las estructuras de estos equipos son los más controlados de España. Incluso más que los propios sanitarios o funcionarios esenciales mientras no paramos de conocer positivos que nos impactan como los de Simeone u Odegaard por nombrar a algunos de los más recientes y llamativos.
Expuestos
El fútbol no profesional no genera ni un solo euro. Con lo cual no tiene una fácil explicación esta sobre exposición al contagio y seguir expandiendo la enfermedad por el simple placer de hacer deporte colectivo y de contacto sin ningún control más allá de tomarte la temperatura. En este fútbol no hay servicios médicos ni controles PCR cada 48 horas antes y después de los partidos. Ir a un entreno o partido es jugar a la ruleta rusa para todos los que participan incluyendo al público. Parece que va a poder asistir a los campos del futbol de ca nostra. En este fútbol pobre y humilde hoy muchos jugadores se duchan en la grada con garrafas de agua o con la manguera después de los entrenamientos. Lo hacen para no tener que desplazarse a sus domicilios empapados de sudor en sus coches, vivir a más de cincuenta kilómetros o por cuestiones de trabajo y no poder utilizar el vestuario. Ello dibuja un escenario desolador y muy peligroso.