Cruzado el Trópico de Cáncer particular del Tour de Francia se mantiene la expectativa creciente, lo que no hace más que endulzar las sensaciones de lo vivido y de lo que está por venir. Hay que celebrar que, al contrario del pasado Giro, solo se hable de ciclismo. Ni el Covid ni cualquier otra turbulencia ha alterado el guión más deseado. Se mantiene el duelo, con Pogacar recortando la diferencia a base de liberar al caníbal que lleva dentro, y Vingegaard, ausente del ruido, manteniéndose impávido con su calculadora mental, procesando información y perfiles.
Entretanto, días de sprinters y de escapadas con final feliz. Llegó la deseada victoria española al Tour de Francia. Lo hizo Pello Bilbao. Ciclista vasco de pura cepa que encontró en la etapa de media montaña de Issoire el triunfo ansiado para su carrera. La escapada seleccionó un nutrido grupo que acabó triturándose entre si, con Bilbao demostrándose como el más fuerte e inteligente.
Cinco años después, hemos visto ganar a un español en el Tour de Francia. Pello Bilbao consiguió un esperado triunfo que engalana su carrera profesional.
La pugna entre Philipsen, Jakobsen, Van Aert y el resto de especialistas erige al corredor del Alpecin- Fenix como campeón absoluto. Cuatro victorias ha conseguido el belga en lo que llevamos de Tour. Registros de otros tiempos, que dejan muy a las claras que Philipsen es el mejor velocista del momento y que es muy probable que consiga nuevas victorias en lo que resta de Tour.
La cima de Europa espera a los favoritos
Empezarán este viernes las etapas que pueden ser determinantes para el triunfo final. El Grand Colombier estrenará el serial encadenado. Morzine probará a los ciclistas después de más de cuatro mil metros de desnivel en las piernas con el arrojo de un descenso prolongado. No creo que les de tiempo a disfrutar del bello paisaje presidido por el lago Lemán.
Se coronará la semana con el Mont Blanc. Cima de Europa que nos sitúa en la Alta Saboya con tramos por encima del 17%, por si existía al alguna duda de la exigencia de este Tour. Es sensato que Vingegaard apele a la prudencia cuando se le pregunta de cuándo y cómo. El jinete pálido, que le bautizó Javier Ares, es un estratega. No es que Pogacar no lo sea, más concretamente, el director de su equipo. Por supuesto que tiene estrategia, solo que el danés es sabedor que sin escuadra y cartabón, mexómetro y reloj comparador, la agresividad del esloveno no es amortiguable. Vingegaard es el antídoto a Pogacar, la nemesis del mejor ciclista del mundo. Y el Tour de Francia recrea lo mejor de su historia con duelos así. Disfrutémoslo.