Cuando uno vive una experiencia como la de una final de competición europea no se para a pensar en lo que ello significa. Veinte años después, la caprichosa memoria selectiva nos deja sin la mitad de los recuerdos. Fui a dar una charla al colegio de mi hija y para mí, que quince años después de retirado tengamos la suerte de ayudar a los jóvenes, es lo que más me llena.
Veinte años después, el mejor premio es que Cúper nos siga citando como ejemplo de vestuario con calidad humana.
Nostalgia
Uno se siente orgulloso de ello. Mucho más que de si has ganado o perdido contra la Lazio en el Villa Park. Con ello me refiero a que, como personas, hemos dejado huella. Los homenajes gustan porque agrada volver a ver a compañeros con los que no te ves a menudo. Se aprovecha para contar batallitas, recreas esos momentos vividos juntos y te alegras de saber que la vida les ha tratado bien. Es un vínculo creado que, pase el tiempo que sea, no se ha roto.
Grupo
Lo que más me ha llenado en estos años fue lo que nos dijo Héctor Cúper el otro día. El míster ha estado en el Valencia, en grandes clubes europeos como el Inter de Milán y llegó al último Mundial como seleccionador de Egipto. Pero siempre nos pone de ejemplo a nosotros como un grupo humano más allá de ganar o perder las finales de Mestalla o la Birmingham. Ese es el mejor premio que me llevo de estos años.
Portada: Chichi Soler recoge su medalla de finalista de la Recopa en 1999 (RCDMallorca1916.com).