Evenepoel ha anunciado su presencia en el próximo Tour de Francia. Será su primera participación en la ronda francesa. Después de pinchar en el Giro de Italia, con el Covid de coartada, y de hacer lo propio en la Vuelta a España, en su intento de revalidar el triunfo del que se hizo merecedor en el 2022, el anuncio suena expectante.
A fuer de ser justos, hay que añadir a lo anterior que Evenepoel destacó con brillantez en su corta participación en la corsa rosa ― una semana ―, y en lo que concierne a la Vuelta, después de la pájara del Aubisque en la etapa del Tourmalet, se convirtió en el único animador real frente al monopolio de los Jumbo.
Coincidencia o no, en la etapa santo y seña, que ha elevado hasta lo más alto a tantos vencedores del Tour de Francia, Evenepoel tiene uno de los peores recuerdos de su brillante trayectoria profesional. Algo que invita a la reflexión y el debate. ¿Será Evenepoel capaz de derrotar a Vingegaard, Pogacar o Roglic, en un Tour que acumula más de 52.000 metros de desnivel?
En el Tourmalet, santo y seña del Tour, Evenepoel tiene uno de los peores recuerdos de su brillante carrera.
Quizá la pregunta sea retórica. Hablamos de ciclismo, de variables incontrolables por mucho que se empeñe la ciencia en querer dominar la escenografía de la función. El ciclismo-ficción invita a soñar lo que la razón nos desmiente. Las dos contrarrelojes no le serán suficientes, en el hipotético caso de que fuera superior a talentos casi sobrehumanos como Vingegaard, Pogacar y el propio Roglic, en la lucha individual contra el tiempo.
Además, las distancias de las etapas especiales son más bien cortas, insuficientes para asestar una diferencia que pueda ser irrecuperable en la alta montaña.
La montaña decidirá
Será esta, con los Apeninos, los Alpes italianos y franceses, el Macizo Central y los Pirineos, la que determinará las claves del envite. Desde la primera semana se disparará con pólvora negra. No hay tiempo para salvas y fuegos de artificio. La dureza toca a la puerta desde el primer día. Algo que Evenepoel deberá saber gestionar si acude al Tour de Francia con la máxima aspiración.
El condicional empleado no es casual. Es un interrogante tan abierto como las facultades de nuestro protagonista. No vamos a descubrir el talento que atesora el belga, sin embargo, la duda en torno al rol con el que acudirá a su debut en el Tour de Francia, a tenor de su conocida ambición, es un motivo que seguro dará mucho de qué hablar.
Nadie duda de que Evenepoel será protagonista. La duda estriba en el rol que tendrá su protagonismo.
Sea lo que sea lo que suceda, no cabe la menor duda de que Evenepoel será protagonista de un modo u otro. Ya sea luchando por las plazas de máximo reconocimiento, o batallando las etapas como hiciera en la Vuelta una vez perdidas todas las opciones al triunfo final.
Acertarán quienes repliquen a tanta agitación, que un ciclista de su dimensión algún día tenía que encarar la gran carrera del calendario. Ese momento ha llegado.
Compartirán que el caso del belga es especialmente singular. Por capacidades y carisma incontestable, Evenepoel atrae todas las miradas. Algo que él mismo se encarga de generar. Le gusta ser protagonista, dar motivos para conseguirlo y hacer ostentación de serlo.
Preguntas que todavía no tienen respuesta
El Tour 2024 nos entregará un nuevo capítulo de la historia de Evenepoel. El niño prodigio se nos hizo mayor. Llega el examen final. La selectividad de todo ciclista. El que separa a unos de otros, el que dicta sentencia en la carrera de un corredor. ¿Estará Evenepoel mentalizado para que suceda lo que no desea? ¿Podrá Evenepoel mantener el pulso con rivales que ya han demostrado saber ganar el Tour? ¿Tendrá equipo para luchar por el triunfo? Estas y un carrusel más de preguntas se irán apilando con el avance de los meses hasta el día de la Gran Depart.