Petra es una villa situada en el Pla de Mallorca, una discreta localidad que desde hace siglos se proyecta hasta tierras californianas, gracias a su más ilustre vecino, San Junípero Serra, padre de la patria de los Estados Unidos, fundador de las misiones de California.
Sin embargo, la universalidad de la Petra moderna viene en bicicleta. Los tiempos modernos trajeron nuevos visitantes, que decoran el paisaje de sus calles y plazas con sus bicicletas, convirtiéndose en parada obligada para degustar los manjares de su restauración. Su centralidad en la geografía de la isla facilita el tránsito frecuente y cotidiano de cicloturistas venidos de cualquier rincón del mundo.
La universalidad de la Petra moderna viene en bicicleta.
De todos modos, el ciclismo hace muchos años que es un valor distintivo e inherente a la población. Desde los tiempos más originarios y primigenios de la bicicleta como medio de transporte moderno, entre los vecinos de Petra, el ciclismo irrumpió con fuerza desde su aparición. El vínculo histórico del ciclismo con el mundo rural es un registro histórico, y Petra es un ejemplo más de entre tantos otros.
El cariño por el ciclismo
De entre sus vecinos, desde su más temprana juventud, Miquel Riera, conocido como “es Petrer“, ha hecho de su vida una entrega generosa y abnegada por la juventud y el ciclismo. Es uno de esos tantos personajes anónimos que han forjado los auténticos cimientos del ciclismo español con su silencio, sabiduría y dedicación.
Hace pocos meses decidió justa y merecidamente cerrar el ciclo de una vida. Para quien no le conozca, quizá ayude saber que en su ancianidad mantiene cierto parecido con el recuerdo último que tenemos de Poulidor, el ciclista más carismático y querido de Francia.
El ciclismo necesita muchos Miquel Riera, es Petrer. Sin embargo, el relevo es incierto.
Un personaje que ilustra y completa el semblante del Petrer, al compartir el origen rudo y esforzado de los valores que encarnan la tradición más pura del ciclismo.
En estos tiempos modernos, el influjo de las urbes y de las redes sociales, han distorsionado el ciclismo de coraje y fuerza. Nuestro protagonista es el mejor representante de este ciclismo auténtico y constante.
De pasión, forjador de ciclistas
Por sus manos han pasado las piernas e ilusiones de muchos jóvenes que consiguieron dar el salto al campo profesional. Entre ellos, encontramos a Toni Colom, o a los más recientes, Lluís Mas, Jaume Sureda, Yurani Blanco, y su propio nieto, Joan Albert Riera.
Pero sin lugar a dudas, la labor ingente de este Petrer no tenía ese objetivo exclusivo. Su propósito más íntimo era enseñar la raíz profunda de este árbol de la ciencia que puede llegar a encontrarse, si uno es perseverante y tenaz, en el deporte de dar pedales.
El ciclismo necesita muchos hombres como es Petrer, y me temo que su relevo es más incierto de lo que se desearía. Miquel Riera, “es Petrer”, es irrepetible, como lo es su esposa Margalida, compañera de vida y de tarea.
Ningún niño de su escuela se fue a su casa sin merendar una buena “llesca de pa amb sobrasada” después del entrenamiento en su escuela, nutriente de un valor que no se compra: el cariño.