Tiene veinticinco años y cuatro monumentos. Es el ciclista en activo con más distinciones. De los cinco que existen, le quedan por conquistar los más difíciles para sus características de corredor: la Classicissima y el Infierno del Norte, la Milán- San Remo y la París- Roubaix.
Pogacar lo intentó y estuvo muy cerca de conseguirlo. Con la duda mariposeando en su corazón, de atacar en la Cipressa o esperar al Poggio, la razón se impuso al deseo. Wellens se desfondó hasta la emersión del “emperador”. El esloveno asestó el ataque más radical que se le recuerda. Como un meteorito, parecía imparable. La emoción del Poggio destilaba pulsaciones a todo meter. Solo otro asteroride podía detener aquello.
Pogacar lo intentó hasta en dos ocasiones en el Poggio. La emoción destilaba pulsaciones en su duelo con MVDP.
Mathieu Van der Poel lucía de blanco inmaculado su arco iris de campeón. El neerlandés debutaba en la clásica que ganó con brillantez la temporada pasada. Hace pocas semanas compartía el sol de Alicante con su amigo Jasper Philippesen, otrora compañero de filas de Pogacar y uno de los mejores sprinters del circuito.
Los velocistas son de otra pasta. Tienen otro carácter. Suelen ser los guapos del pelotón. Más altos, más apolíneos, son expertos en sufrir el desnivel para poder aguardar su momento. Les va su pan en ello. En los tiempos que corren las victorias son caras y complicadas. No son años para la lírica.
Un final para velocistas
La Milán- San Remo es uno de los pocos Monumentos que puede ganar un sprinter, como hizo en su día Mark Cavendish, que sigue en el pelotón una temporada más. Si el grupetto de escogidos sobrevive los ataques del Poggio, la victoria se juega en una batalla de explosión retardada con la meta vista de disparadero.
Ni Mohoric- vencedor en el 2022, ni Pogacar con dos latigazos imperiales, consiguieron desarmar a Van der Poel. La respuesta del campeón del mundo fue, si cabe, tanto o más espectacular que los demarrajes. La cadera del neerlandés era lo más parecido a una procesadora de watios. Trituró las expectativas de sus adversarios. Todo se jugaría en los últimos metros.
Pedersen, Mathews, Bettiol, Stuyven y… Pogacar contra los dos amigos del Alpecin. El campeón del mundo convertido en gregario. Las cosas que tiene este deporte. Al final, felicidad y victoria para Philipsen. Fiesta de velocidad y reconocimiento. Un belga gana en Italia. Y Pogacar, se mete en el podio demostrando que todo le va. Lo de este ciclista nos deja sin palabras.