Han pasado unos días desde el desenlace del Tour de Francia. La valoración de la carrera más importante del año merece ser macerada convenientemente. No se trata de elogiar, exageradamente, a los vencedores, sino más bien valorar la carrera y a sus principales protagonistas en su globalidad.
El triunfo de Pogacar ha sido mítico. Tanta superioridad pudo parecer excesiva. Su coste se reprodujo en la ausencia de una emoción a la que nos había acostumbrado el Tour en los últimos años. Su liderazgo fue tan pleno que no dio margen a la duda.
El artículo valora un Tour de Francia que ha perdido emoción debido a la superioridad de Pogacar.
Después de una temporada perfectamente planificada, con una gestión sobresaliente de las tres semanas, Pogacar reconocía no haber tenido un mal día en todo lo que acabó siendo su tercer Tour.
Me gustó la explicación de Matxín cuando argumentaba las razones por las que el esloveno no participará en La Vuelta. El mánager respondía al martilleo de preguntas acerca del triunfo de su pupilo, que convenía preservarlo física y mentalmente al tener por delante muchos años de ciclismo.
También Lance Armstrong le aconsejó mayor discreción y mejor gestión de sus éxitos. El americano sabe de lo que habla. Las dudas, envidias y murmuraciones ya se escampan entre las cloacas del peor ciclismo.
Vingegaard y Evenepoel
Hemos visto con asombro el revivir competitivamente de Vingegaard, después de un accidente que a cualquiera le hubiera dejado postrado lo que restaba de temporada. Lo que ha hecho el danés merece toda la admiración. No solo ha convertido en posible lo que parecía inverosímil, sino que, además, ha conseguido subirse al segundo cajón del podio más anhelado del circuito: el Tour de Francia. Si lo de Pogacar es de otra galaxia, lo de Vingegaard es de otro planeta.
Evenepoel ha debutado con éxito en su primer Tour de Francia. Con ciclistas como sus principales rivales es difícil aventurar que el belga pueda ganar algún día la ronda francesa. El éxito total se cotiza en la alta montaña y Evenepoel tendrá que luchar contra su morfología para poder aspirar a lo máximo. Hay precedentes que lo consiguieron.
