El error del kilómetro veintitrés

Los ciclistas son nuestros héroes, nuestros protagonistas, nuestros referentes. Nos encanta glosar, narrar las gestas que les convierten en ejemplares.

Nos encanta verlos superarse, vencerse, resistir, ganar y perder, cuando reconocemos en ellos el esfuerzo, el pundonor, la constancia y la pasión que los impulsa a seguir adelante.

El ciclismo es una forma de vida, una filosofía que se basa en la perseverancia y la capacidad de enfrentar desafíos. Los ciclistas se entrenan durante horas, recorriendo largas distancias bajo el sol abrasador, la lluvia torrencial o el viento inclemente.

Los ciclistas son nuestros héroes. Nos encanta verles superarse, resistir, ganar o perder, cuando reconocemos su esfuerzo y pundonor.

En cada carrera, los ciclistas se enfrentan a la naturaleza en su forma más pura y a menudo implacable. Las montañas, las carreteras sinuosas y las condiciones meteorológicas adversas ponen a prueba su resistencia física y mental.

Ver a un ciclista escalar un puerto colosal o enfrentarse a una feroz tormenta es un recordatorio de la tenacidad y el coraje que poseen estos atletas. Es en estos momentos cuando se revelan como verdaderos héroes, luchando contra sus propias dudas y miedos.

Una decisión precipitada

A lo largo de la historia del ciclismo, hemos sido testigos de hazañas impresionantes que han quedado grabadas en nuestra memoria colectiva. Desde las épicas victorias en el Tour de Francia, el Giro de Italia y la Vuelta a España, cada carrera es una saga de heroísmo y emoción. Los ciclistas nos enseñan que, a pesar de las adversidades, siempre hay una oportunidad para levantarse y luchar.

Lo que ocurrió en el kilómetro veintitrés del Trofeo Andratx-Pollença cambia todo lo anterior.

Cuestiona la creencia generalizada de que el ciclismo es el deporte más exigente.

Si los ciclistas no honran su oficio, desperdician su esencia y todos los esfuerzos se tornan vanos. Organizar una carrera es casi un imposible que se hace posible gracias a muchas partes implicadas. Sin organizadores no hay carreras, y sin carreras, los ciclistas no tienen profesión.

Sin organizadores, los ciclistas no tienen carreras, y sin carreras no tienen oficio.

El ciclismo lo hacen posible los ciclistas, por supuesto, pero también, los promotores, los patrocinadores, las instituciones, la Guardia Civil, la Policía Local, las ambulancias, los montadores, las motos de enlace, aquel voluntario que se pone en un cruce peligroso, las televisiones, radios, y diarios, y…. que no se nos olvide… los aficionados.

Lo sucedido el sábado fatídico no tiene justificación. Antes de ir al hotel o tomar el autobús, había otras opciones. La seguridad de los ciclistas tenía otras alternativas y la plena voluntad de poder acordarlas entre todas las partes implicadas.

Lo que Simone Velasco, Eduardo Sepúlveda y Jonas Videberg, como representantes del pelotón, verbalizaron al comité de jueces en el kilómetro veintitrés del Trofeo Andratx-Pollença, fue una falta de respeto hacia el organizador y una imposición hacia una gran parte de sus compañeros de pelotón.

Un agravio inaudito y vergonzoso para la historia del ciclismo, y un desprecio al aficionado.

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Sobre Fernando Gilet

El Rutómetro de Fernando Gilet. Blog personal | IG @fernandogilet | Opinión, comentario y análisis de la actualidad ciclista de allí y de aquí con un toque muy personal.

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