La forja de un campeón reluce en la adversidad. El reventón del Tourmalet sembró de dudas la continuidad de Evenepoel en La Vuelta. Sin posibilidades para revalidar su victoria, el abandono planeó durante unas horas. Sin embargo, Remco Evenepoel es un ganador, un pit-bull del ciclismo. Su mordedura es letal, su potencia descomunal y su ambición, ilimitada. Reconoció su fragilidad, prometió salir a ganar y se conjuró en hacer lo imposible para lograrlo. Y a buen seguro que cumplió. Desde el primer kilómetro buscó incesantemente la escapada hasta que la encontró. Evenepoel es gloria bendita para este deporte. Corredores como él enriquecen el espectáculo. El belga representa la juventud salvaje. La ambición de un profesional entremezclada con los sueños de un niño que gestiona un talento y un poderío físico descomunales.
Evenepoel es gloria bendita para el ciclismo. Después del pinchar en el Tourmalet, nos regaló una nueva exhibición.
No se recuerda nada parecido. Los más veteranos hablan de algo similar en tiempos del KAS, pero lo del Jumbo y su tridente fantástico tiene visos de hacer historia. Después del Tourmalet, un hat–trick en el podio de Cibeles tiene posibilidades de convertirse en una realidad. Para evitarlo, se habla de alianza española entre Enric Mas, Ayuso y Landa. Corredores que comparten nacionalidad, pero no equipo. No veo creíble ni fiable que la idea prospere en la carretera. Los tres luchan por un cajón del podio que actualmente ocupan con holgura Kuss, Roglic y Vingegaard, y, por lo demostrado, solo con el aguantar la rueda de las abejas del Jumbo tendrá su mérito.
Kuss firme candidato
Los que no ven a Kuss ganando La Vuelta aducen que le falta pasar el día malo de rigor. Creo que el americano ya pasó ese día y no nos dimos cuenta. Hay detalles que indican la entereza de este corredor. A falta de menos de dos kilómetros de coronar el Tourmalet, Kuss se apretó sus zapatillas y a los pocos segundos demarró a sus rivales y cruzó la meta con su campante sonrisa.
Este ciclista es feliz de poder serlo y vibra de saberse capaz, con motor, piernas y equipo para conseguir el que, muy probablemente, sería el gran triunfo de su vida profesional. A Vingegaard y Roglic les une la gratitud y admiración por su compañero. Le deben mucho. Si Kuss no falla, no le frustrarán el triunfo. Kuss tiene el crédito que solo produce el trabajo abnegado: el respeto.