Orígenes
Hubo un tiempo en el cual, desde el Reino Unido apenas llegaban noticias de ciclismo. El inmenso jardín que predomina en su paisaje se convertía en un páramo, cuando nos referíamos al mundo ciclista. Siempre se acudía a la figura onírica de Tom Simpson para rememorar un tiempo cuando el ciclismo inglés tuvo su relevancia. Es cierto que existieron otros nombres, pero el ciclismo británico no era representativo. Simplemente destacable era la existencia bien de buenos gregarios o de esporádicos ganadores de etapas como Hoban o Wright. El escocés Robert Millar subió el listón, y los irlandeses Kelly, Stephen Roche, serían considerados aventureros superdotados, fruto de una genética especial. Ni había elaboración ni estrategia colectiva.
Sin embargo, a principios de siglo, la federación inglesa decidió apostar por el ciclismo con el objetivo de preparar las Olimpiadas de Pekín y de Londres, con la enorme fortuna de encontrar un apasionado del ciclismo en el hijo del magnate Robert Murdoch. De nuevo, la pasión por este deporte movía montañas, transformando el paisaje del ciclismo inglés y mundial.
El ciclismo empezó a mirar más allá del Canal de la Mancha. Después de cosechar éxitos importantes en la pista, dieron el salto a la carretera. Querían ganar el Tour de Francia, auténtica carrera fetiche para los Murdoch, Braisford y Nicolas Portal (DEP), en gran parte este artífice de los grandes éxitos que convirtieron al ciclismo profesional en un monopolio del Sky.
Irrumpe una nueva era en el ciclismo, la del Sky
Manejando un presupuesto colosal, cogieron la delantera, removieron cimientos y cambiaron el decorado por completo. Su innovación en lo ordinario y en lo extraordinario mereció la condición singular. Cuando en la cultura ciclista nos referimos a la “Era Sky”, el aficionado comprende una época que abarca del 2010 al 2018. En estos años, la potente escuadra inglesa fue capaz de ganar siete de los ocho Tour que se disputaron. Repartiéndose los honores tres ciclistas británicos: Wiggings, Froome y Thomas, acompañados de gregarios, también compatriotas, como Stannard o Kennaugh. A este carrusel imperial hay que añadir las Vueltas de Froome en el 2011 y 2017 y las victorias al sprint de Mark Cavendish.
Fue tal el monopolio, que la UCI tuvo que intervenir cambiando normas que fueron denominadas por la prensa como medidas anti Sky. Los éxitos de los pupilos de Braisford aburrían a los aficionados. El dominio de las carreras por etapas era de tal envergadura que la emoción desertó del Tour de Francia. Había que intervenir y así se hizo. La UCI redujo a seis el número de integrantes de cada equipo, con ello se descongestionaba la densidad de corredores que maniataban a los rivales del jefe de filas de turno de aquel coloso británico.
Toda una generación de ciclistas ha convivido con los éxitos y el monopolio del Sky en el Tour de Francia.
Una de las razones que se comentaron acerca del éxito del Sky fue que nada se abandonaba al azar. Se medía y preveía absolutamente todo. Desde el saludo entre compañeros ― pioneros en la salutación pandémica del puño cerrado ― a la almohada, pasando por la pintura del autobús, el corte de pelo de los ciclistas, alimentación, y por supuesto, la aerodinámica y material deportivo. Revolucionaron el ciclismo profesional con su metodología meticulosa y, con ello, ganaron la guerra a todos sus rivales.
Hasta que los movimientos accionariales y una patología deportiva, que podría ser diagnosticada de “morir de éxito”, finiquitaron el proyecto original. Se traspasó el negocio a un nuevo patrocinador. La reconversión al Ineos Grenadier abría un nuevo capítulo.
La estela de victorias tuvo continuidad en la figura de Egan Bernal y Teo Geoghegan Hart. El colombiano ganó el pretendido Tour. Sin embargo, su éxito fue diferente. La hazaña fue más individual que la de sus otrora compañeros, sin que decir algo así pretenda restar un ápice de mérito a los cuatro triunfos de Froome ― nada menos ― , ni al que consiguió Wiggings en el 2012 o Thomas en 2018, todos ellos con la casaca de Sky.
El relevo al Ineos con Bernal de líder
El Ineos sigue siendo un gallo formidable en el concierto ciclista. Sin embargo, la prevalencia ha cambiado. La tienen otros. El Jumbo– Visma controló el pasado Tour y el UAE de Pogacar le va a la zaga. Una diferencia notable respecto a lo que sucedía hace escasos cuatro años.
¿Qué ha sucedido en este periodo de tiempo? Dave Braisford nos lo aclara. Las diferencias se han igualado, tanto en el campo presupuestario como en la gestión de los detalles. Ahora todos los equipos punteros hacen lo que hacía el Sky e, incluso, algunos han sido capaces de innovar e ir todavía más allá.
El Sky cambió el ciclismo moderno. Su estela sigue muy presente en los equipos World Tour.
Lo que nadie puede negar es la evidencia del influjo del Sky en todos estos equipos, los cuales, por un escaso margen, han podido coger la delantera dentro del ciclismo profesional. Los avances que se aportó en su momento cambiaron el ciclo y los tiempos. Su apuesta filosófica por un ciclismo limpio fue más allá de los discursos. El Sky apareció en el mejor momento después de una época aciaga y terrible para el deporte del pedal.
Por eso, la sombra y mancha del salbutamol de Chris Froome posiblemente produjo mucho daño. Algunos son de la opinión que el incidente forzó la marcha del ciclismo del operador televisivo más grande de Europa.
Sea cual sea la causa, ciertamente el paso del tiempo no ha hecho sino certificar que la globalización del ciclismo no solo vino acompañada de un calendario homogéneo, sino también de un país de intensa tradición y con un curioso escaso peso ciclista que, con la irrupción del Sky y de su relevo al Ineos, ha hecho historia y promete seguir haciéndola.