Sucedió como imaginé y tal y como os vaticinés durante la semana previa al Mallorca-ATB. Fueron días aburridos y sin nada interesante que contar o recordar más allá del volver a repetir resultados de hace casi 50 años. Era imposible rememorar partidos, goles decisivos, polémicas ni siquiera preguntar a los pocos protagonistas de entonces que todavía viven en la isla, la mayoría ajenos al fútbol y con pocas ganas de recordar épocas de penurias. No hubo previa como tal, sin imágenes en vídeo y solamente algunas fotos en blanco y negro de la época dorada de la rivalidad entenedida como derbi entre los dos equipos palmesanos.
Fue un partido más de los 40 que, cada fin de semana, se juegan en el fútbol amateur.
40.000€
Solo se podía esperar al día del partido para vvir sensaciones especiales. Las cuales llegaron poco más allá de la humilde matinal de Segunda B como las que se han vivido hasta ahora en Son Moix en lo que llevamos de temporada. No me equivoqué, al aficionado y abonado rojillos solo le interesaron los 90 minutos de partido. No falló ni uno y se apuntaron casi dos mil más no habituales -la taquilla se acercó a los 40.000€- cansados de partidos con el único aliciente de ganar por castigo y no poder sacar pecho. El del ATB reunía el extra de la emotividad que no se ha vivido. El mallorquinismo que estaba en coma despertó el 21 de enero para poner las cosas en su sitio con el ATB 38 años después y en Segunda B. Pero ya pasó.
Divorcio
La matinal fue entretenida en la grada. Faltó glamour en el palco. Aunque era de esperar conociendo las formas de la propiedad alemana que ni apareció escondiéndose entre los suyos en el fondo sur. No hubo ningún expresidente entre los VIP. Al ATB lo representó un abonado del Mallorca de toda la vida, el prestigioso abogado y político del PSOE Antonio DIéguez. El cual tiene su silla de abonado a pocas filas del palco presidencial. Sorprendente, ¿verdad? La confirmación del divorcio entre el Ajuntament y el club se escenificó con la ausencia de ningún representante consistorial. La herida, ya contada en TTdeporte.com, es profunda y pinta mal.
Descenso
La nota circense de tiritirero la puso el peculiar director deportivo del ATB que, desde que se bajó del bus, no paró de dar la nota hasta que tuvo que marcharse con el rabo entre las piernas. Sobre el césped, se dejó querer por los focos y cámaras de fotógrafos y televisión posando con la bufanda del equipo como si fuese un hincha desatado. Abrazó y alentó a sus futbolistas chillando cuando se retiraban del calentamiento ante la mirada atónita de la cúpula mallorquinista. Patrick Messow ya tiene a su equipo en descenso a Tercera División.
Sin líos
Ambas aficiones estuvieron muy correctas a excepción de algunos comentarios ordinarios y faltones. No hubo violencia pero sí colorido y ambiente. Aunque, por más que hubiese 11.354 asistentes, no debemos perder la perspectiva. Lo del domingo no fue un partido de LFP ni por el entradón ni los cinco goles. Fue un partido más de los 40 que, cada fin de semana, se juegan en el fútbol amateur de la primera categoría de la RFEF. No nos engañemos a nosotros mismos. Esto es Segunda B y no debemos dejarnos llevar por la euforia del resultado, el 14% de audiencia o los miles de euros de caja.
Portada: Pancarta que rezaba “Història i tradició escrita en vermell i negre” (IB3).
