La Primera División ha cambiado mucho respecto a la última vez que el Mallorca militó en ella seis años atrás. Actualmente existe una gran desventaja entre los clubes consolidados en la categoría, debido a los ingresos percibidos durante esas temporadas para formar buenas plantillas, respecto a los recién ascendidos. Cuando los rojillos regresaron a Primera en 1997 pudieron hacerse con los servicios de hasta cinco futbolistas del Valencia consagrados como Vicente Engonga, Iván Campo, Enrique Romero, Gabi Moyá o Xabier Eskurza.
La inexperiencia es un handicap si no se apuesta por encajar pocos goles y se trate de puntuar siempre.
Limitaciones
Esta circunstancia permitió a Héctor Cúper poder confeccionar una plantilla con cara y ojos. Otro cantar será para Vicente Moreno. A pesar de que el Mallorca haya recibido una importante inyección económica, cuando Javier Recio vaya al mercado de fichajes lo normal es gastarte 25 millones y encima los mallorquinistas están condicionados por el límite salarial. Estos condicionantes lastran a cualquier club que llegue de Segunda. Lo sucedido hace dos temporadas con la permanencia de Girona, Getafe y Levante es poco habitual. Últimamente es más frecuente ver como dos de los tres recién llegados regresan a la división de plata como Huesca y Rayo Vallecano.
Trabajo sin balón
Los equipos que están en la misma tesitura que el Mallorca deben buscar futbolistas con el denominador común de contar con cierto recorrido en Primera. El Girona jugaba en su once con nueve futbolistas del ascenso y se salvó, pero no es lo normal. En el caso de los rojillos solamente Salva Sevilla supera los cien partidos en la máxima categoría. Una circunstancia que puede convertirse en un handicap si no se apuesta por encajar pocos goles y se trate de sumar siempre aunque sean empates. Este año la permanencia estuvo en 38 puntos que salen a media de uno por jornada. La filosofía que ha tenido éxito es la del Getafe trabajando mucho sin balón, siendo sólidos en defensa, aprovechando las salidas a la contra y el balón parado, cometiendo faltas tácticas y jugar poco en campo propio evitando dar más de dos pases entre futbolistas.