El Llagostera ha regresado a sus orígenes tras el paso por la Segunda División y el traslado a Palamós. Ha cambiado el terreno de juego de césped natural por el artificial, las dimensiones reglamentarios por el mínimo exigido, una tribuna pegada a la línea de banda y el contexto de un escenario hostil para los equipos que traten de jugar allí el balón, lo pasan mal. De hecho ninguno de los equipos que ocupan zona de PlayOff han logrado ganar. El Elche tropezó (2-1) y no pasaron del empate Cornellà (1-1) y Villarreal B (2-2).
Un nuevo reto para Vicente Moreno que ya se supo manejar con éxito todos los condicionantes adversos en Sagunto.
Dimensiones reducidas
Al Mallorca le espera un campo donde, si no logra una renta importante en el marcador, siempre hay opciones para el Llagostera. Nada más ver la distancia que separa el córner con la zona del defensa ya logra hacerte una idea de las reducidas dimensiones del terreno de juego. Si en Son Moix está a nueve metros, en el Municipal está metro y medio dentro de la propia área. Cada acción a balón parado, aunque sea en el centro del campo, requerirà mucha atención defensiva y la màxima efectividad ofensiva cuando toque definir en área rival.
Cambio de chip
También habrá que aumentar las vigilancias con el balón. En un campo así no tienes tiempo de maniobrar, pensar ni efectuar secuencias de más de cinco o seis pases. Los centros y remates para finalizar jugada serán clave. Hay que hacer un cambio de chip y planteamiento total. El líder no puede pretender secuencias de posesión largas sino más bien el ataque posicional directos con finalización de jugada. Todo ello añadido a la meteorología hostil que se está produciendo en Catalunya con frío e incluso nieve. Un nuevo reto para Vicente Moreno que ya se supo manejar con éxito todos los condicionantes adversos en Sagunto.