Por muy predicho que estuviera, por muy probable que se imaginara, la realidad volvió a superar con creces lo anunciado. Pogacar atacó con temeridad cuando faltaban un centenar de kilómetros para la meta. Desde los legendarios tiempos de Coppi no se veía nada parecido.
Pogacar culmina a lo supersónico una temporada que comenzó a lo grande en la Strade Bianche. Con el mismo procedimiento, en solitario, como hizo en la Piazza del Corso de Siena, el nuevo campeón del mundo, con un Tour de Francia y un Giro de Italia, de entremedias, volvió a levantar los brazos sollozando de gozo e incredulidad en la distinguida ciudad Zúrich.
El público, testigo presencial de la hazaña, exultaba de emoción. Los que seguíamos desde casa la última gesta del príncipe triunfal, no salíamos de nuestro asombro después haber asistido a una cabalgada memorable y digna del máximo reconocimiento.
Desde 1987 no había un corredor que hubiera conseguido la Triple Corona.
Pogacar lo había conseguido: la anhelada Triple Corona. Con apenas veintiséis años y con el hambre de una promesa, nada impide pensar que esto no ha hecho más que comenzar. Lo de Pogacar va camino de convertirse en una era en la historia del ciclismo.
No se yerra el juicio si lo definimos como el nuevo “Canibal“, obligados por la necia costumbre de querer comparar lo que es genuino. Pogacar, como los grandes astros que irrumpen de tanto en cuanto en el deporte, es único, irrepetible e insaciable.
Brillante papel de Enric Mas
Disputar un mundial que gana Pogacar no es lo mismo que hacerlo detrás de cualquier otro corredor. Mathieu Van der Poel y Ben O’Connor consiguieron la foto y acompañaron al campeonísimo en el podio de la gloria.
Sin embargo, también merece diploma y mención especial Enric Mas, que está terminando la temporada, a falta de las clásicas italianas de otoño, ofreciendo el mejor rendimiento de su carrera deportiva.
Después de muchos campeonatos de espera, volvimos a ver maillots con la bandera nacional en los puestos de honor y en los momentos claves de la carrera. El mallorquín bregó, se zafó e incluso desafió a los nombres más ilustres.
Con ilusión esperamos el Giro de Lombardía y de Emilia, donde ya le ganó a Pogacar, trazando magistralmente la última curva antes de meta. ¿Llega la hora de este atípico ciclista?