Ses Salines es una localidad que recoge el nombre de las salineras naturales que alberga su costa. Mallorca es tierra de ciclistas, y como no podía ser de otro modo, el municipio que daba la salida a la segunda etapa de la Challenge es la patria chica de Lluis Mas. El veterano corredor mallorquín de Movistar no estaba de partida en la segunda etapa. El formato exclusivo de esta competición permite a los corredores alternar días de recuperación y competición, algo que en estas fechas es una bendición para los ciclistas y equipos.
La segunda etapa transcurrió de costa a costa, regalando un nuevo sprint.
Los primeros tramos del día invitaron a rodar con ausencia total de nerviosismo. La traca final aguardaba el conocido Coll de Sa Batalla y un repecho continuado con cierto desnivel, una vez coronado el primero. Con estos llegaron los primeros amagos y una caída que dejó heridos sin más historia que el forzado abandono de algunos de ellos.
La selección se fraguó definitivamente en el descenso que protagonizó Pollit, el campeón alemán, en el Coll de Femenia. Arriesgó con saña, a pesar del terreno resbaladizo. Fue en vano, porque el grupo perseguidor de los Intermarche y UAE no dio tregua a una escapada que fue de más a menos.
De costa a costa se desarrolló la segunda etapa, algo que no es de extrañar estando en una isla. Si bien, la alternancia del paisaje podría despistar a más de uno. La etapa se dirimió en un apretado sprint. Biniam Girmay no pudo reeditar su triunfo del año pasado. La mejor trazada en la curva de su rival Marijn van der Berg le otorgó la primera victoria de profesional.