Era uno de los nombres llamados a lo más alto. Días antes, nuestro protagonista se había pronunciado confesando que el tiempo para ser campeón del mundo empezaba a apremiarle. Entrelíneas, dejaba entrever que la herida del pasado Mundial en Flandes no estaba cicatrizada.
De todo lo sucedido en aquel hotel se ha escrito y especulado a destajo. Estamos ante una historia que deja en evidencia la precariedad del ciclismo intramuros.
Uno de los mejores ciclistas del mundo, en la vigilia de un campeonato mundial, integrante de una selección de honda tradición es obligado a interrumpir sus horas de descanso vital porque un grupo de adolescentes le impiden conciliar el sueño, a razón el alboroto y ruido que hacen en el hotel anfitrión del Mundial de Ciclismo #ucimastersworldchamps
El final del estropicio es público y archiconocido, dejando a la intemperie lo más importante, que no es otro que el ciclista, víctima de tanta ineficacia.
Indefenso antes. En soledad, durante, y en entredicho, después.
Solo queda preguntarse ¿quién da más?. Alguien debería estar ocupándose con urgencia para que, nunca más, a ningún otro ciclista le dejen KO por incompetencia.
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