En cualquier orden de la vida el equilibrio emocional resulta clave para la actividad profesional, personal o familiar. También para el deporte profesional al más alto nivel es fundamental. Una circunstancia que no acompaña a los futbolistas del Mallorca. De ni aparecer después del 2-6 contra el Granada a regresar a la escena pública con euforia y un discurso triunfalista cuatro días después para lograr empatar a cero en el Sánchez-Pizjuán.
No es una buena señal para un grupo que se juega tanto en este final de liga. Otra lectura deben tener los comportamientos del aficionado de base que se mueve básicamente por impulsos emocionales según el marcador después de los partidos. Algo lógico al ganarle el corazón al sentido común.
Aguirre se quitó el traje, revolucionó el once y sacó carácter para dar un golpe en la mesa y dejar claro que él manda.
En estado puro
Este equipo es una montaña rusa. Se pasa del “sí, se puede” a la depresión entre un partido y otro. En este escenario incluiría al entrenador. Quien, en Sevilla, tuvo una puesta en escena muy diferente a los anteriores partidos. Aguirre volvió a ser el de siempre. De entrada apreció sobre el césped en chándal. No llegó a sentarse en el banquillo durante el encuentro y solamente le faltó correr la banda.
Se salió del área técnica constantemente y, en ningún momento, dejó de gesticular, animar y corregir. El efecto chándal funcionó. Se sintió más cómodo y menos encorsetado. En definitiva, más metido en el partido de Sevilla. Es el mexicano que tenemos en la retina los que hace años que le venimos siguiendo.
Freno de mano
El postureo y los modelitos que en el fútbol moderno exhiben los técnicos, creo que no van con la personalidad de Aguirre. Un tipo de la vieja guardia que tuvo que sufrir, posiblemente, uno de los peores días como entrenador en un banquillo para llegar a decir “aquí estoy yo”. Chándal incluido.
Muchos entrenadores son esclavos de las dictaduras de los futbolistas, directores de fútbol y de la presión mediática. ‘El Vasco’ siempre ha ido por libre en su dilatada carrera y en algún momento desde su llegada a Palma, visto desde fuera, me ha dado la sensación que ha circulado por el club y vestuario con el freno de mano puesto.
Sin miedo
Después de la debacle en el bochornoso partido ante el Granada ha vuelto Aguirre para poner a cada uno en su sitio en una situación límite interna con bandos en el vestuario y la mala imagen de unos futbolistas nada comprometidos con algún intocable. El veterano director técnico se enfundó el chándal, revolucionó el once titular y sacó su carácter para dar un golpe sobre la mesa y dejar claro quien manda. Esperemos que no sea demasiado tarde.
El mexicano, curtido en mil batallas sobre el césped con los futbolistas y plantas nobles, ha querido contemporizar con todos al descubrir el caos que se vive en la entidad y sentirse solo como en su día Vicente Moreno y Luis García Plaza sin apoyos de la propiedad. Con buen criterio ha decidido asumir él solo, con o sin el respaldo de arriba, la toma de decisiones sin miedo a nadie ni a nada.