Sí, es cierto: está empezando la temporada. Lo mejor está por llegar. Se están colocando las bases para cuando llegue la hora de la verdad, que será el Tour y La Vuelta. Pero, mientras todos los WT están mojando en alguna que otra etapa, clásica ― e incluso, algunos algo más ―, a los chicos del Movistar ni están ni se les espera entre las flores del podio. De no ser por Valverde, ciclista de otra galaxia ― su medalla de plata en la Strade lo volvió a acreditar ― , el resto de telefónicos apenas son noticia.
Se está corriendo la Volta y siguen desaparecidos de los puestos de honor. Algo que también sucedió en las clásicas italianas, en la París-Niza o en la Tirreno. Con la excepción del sexto lugar de Verona en el Tour UAE. Algo es algo. En todo lo que se ha corrido hasta la fecha, el único nombre en el casillero de triunfos, con sus tres victorias, es el de Alejandro Valverde. Algo que induce a la reflexión y al siguiente interrogante.
Un baño de realismo que hay que interpretar como un buen inicio para ir remontando posiciones en el tablero.
Sucesión
Las mil victorias en el ciclismo profesional del equipo decano del pelotón es un hito digno de celebración, sin embargo, en algún modo, está empañado por el monopolio de triunfos de su líder moral de los últimos tiempos, el murciano Valverde.
¿Hay vida después de este gigante? Es una pregunta que recorre los foros desde hace mucho tiempo. Enric Mas es el elegido. Dura tarea de sucesiones la que le ha encomendado la historia a este corredor. Digitado en su día por Contador, no sé cuál de las dos es peor. Acudió ambicioso a Valencia y se movió inquieto en la Tirreno, hasta que una caída le obligó a abandonar. Su gran objetivo es el Tour de Francia y La Vuelta. Ciertamente será entonces cuando se encontrará en su pico óptimo de forma, y cuando volveremos a ver la mejor versión del mallorquín. Sin embargo, se echa en falta algún amago que invite a fortalecer la fe en qué lo mejor está por llegar. Algunos nunca la tuvieron, otros la están perdiendo. Yo sigo creyendo.
Grito de necesidad
A Iván Sosa se le esperaba en Catalunya. Un corredor, que aterrizaba en el Movistar con los vitola de haber encontrado la escuadra y a los compañeros idóneos para remontar el vuelo como un cóndor. Si el Giro es otro fiasco, la apuesta quedará en ave de corral.
Aramburu y Cortina fueron los elegidos en las clásicas italianas con salida de Milán y sendas llegadas a San Remo y en Turín. Forman una buena pareja. Prometía el vasco después su brillante actuación en el Het-Nieuwsblad, y fue uno de los supervivientes de los ataques de Pogacar en la Cipressa, pero no consiguió acabar en el Top- 10. Aunque, es cierto que hizo su apuesta y fue valiente. Aramburu es una de las grandes esperanzas de los de Unzué. Horas después del primer “monumento” de la temporada, el Movistar escribía en Twitter; “En los mejores escenarios y ante los mejores corredores. El momento de @aramburualex llegará. HAY CICLISTA”. Unas mayúsculas que resuenan a grito de necesidad. De promesa deseada. De relevo y de renovación. De urgente esperanza.
Cambio de estrategia
Algo que se intuye en la nueva forma de correr del equipo azul. En estos primeros envites del año, se les ha visto en múltiples escapadas, un indicativo de que hay un cambio de estrategia en la torre de control. Hacer un buen análisis de la realidad ayuda a acertar el diagnóstico. El Movistar está corriendo todas las carreras con la filosofía de un equipo que se estrena, cuando en realidad es el más veterano del lugar. Un baño de realismo que hay que interpretar como un buen inicio para ir remontando posiciones en el tablero.
Sin embargo, la alta competición y los presupuestos dorados están reñidos con la paciencia. La anunciada retirada de Valverde y el final de contrato de Mas, a la espera de resultados, han disparado la rumorología y ya se habla de un posible regreso de Carapaz e incluso de Quintana. Se busca líder. Se busca ‘star’. Apremia la renovación de un contrato multimillonario de patrocinio. .