Samuel Eto’o fue el otro gran protagonista de la noche en el partido ante el Barcelona. Solamente con su presencia ya se despertó una gran expectación. La excusa fue la inauguración de un bonito mural que el club le ha regalado. Para mí sobró el protagonismo de los catalanes en el acto escenificado por su presidente Joan Laporta. ¿Por qué? El autor intelectual de ese homanje fue el Mallorca. Las fotos con el presidente blaugrana y la camiseta culer sobraron. Otra cosa era estar presente, por cortesía y cariño hacia el camerunés y el club local, pero poco más.
Me recordó al joven que llegó en el año 2000. Una persona sencilla, humilde y en el fondo con un gran corazón.
Reencuentro
Personalmente me sentí feliz al recibir un largo abrazo y unas cariñosas palabras de Samuel quien, ni corto ni perezoso, rompió el cuidado protocolo del club para saludarme. Este gesto de la leyenda del mallorquinismo y jugador con un laureado palmarés y trayectoria internacional, con quien sin duda tuve muchas batallas y alguna guerra, viene a demostrar, como ya ha sucedido en otras ocasiones, que la gente del fútbol de antes es muy diferente a la actual, con sentimientos y valores. Antes la convivencia en el día a día, los entrenamientos, entrevistas, viajes, hoteles y largas concentraciones te llevaban a tener una relación estrecha.
Viejos valores
Ello tenía sus cosas buenas y malas dentro de la cercanía con el futbolista con quienes, con el paso del tiempo, valoras por encima de todo esas vivencias que compartiste. El Eto’o de hoy nada tiene que ver con el caprichoso, en ocasiones excéntrico, crack del fútbol mundial que conocimos, padecimos y disfrutamos a partes iguales. El del domingo me recordó al Samuel que llegó cedido por el Real Madrid tras pasar por el entonces entrañable Leganés. Una persona sencilla, humilde y en el fondo con un gran corazón.
