Hace pocas semanas fue elegido, por un escaso margen, el mejor ciclista español de la temporada, por delante del eterno Valverde y de la gran esperanza Juan Ayuso. Enric Mas representa el presente del ciclismo español en su máxima expresión. Todas las miradas se centran en el mallorquín. Su rendimiento en las tres grandes vueltas en las que ha participado en menos de doce meses, Vuelta’20, Tour’21 y Vuelta’21 dejan muy a las claras que el de Artà es el mejor vueltómano de todos los españoles. Su regularidad así lo acredita.
Le veo seguro, alegre y confiado en sus posibilidades. Es el año de su consolidación. No le descarten para ningún envite.
Expectativas
Pero hay un problema de aparente difícil encaje. La afición pide más. Solo se valora el primer puesto del cajón. Landa hizo cuarto en el 2017 y parecía que había hecho el cuarenta. Mas tiene sobre sí la presión envuelta en papel de regalo envenenado. Ser sucesor designado de Contador y verse obligado por decreto popular a tener que ganar a rivales como Pogacar, llamado a ser el nuevo Merckc, Roglic o Egan Bernal, han condicionado y mucho el aparente sinsabor que ha dejado a la afición los méritos de dos podios en La Vuelta y dos Top 10 en el Tour de Francia, con dos maillots blanco de mejor joven en la Vuelta incluidos. Nada menos y nada Mas.
Inteligencia
Algo tendrá este ciclista que todos los que le conocen le catalogan de un líder, un ganador. En la presentación de La Vuelta’22, no se arrugó. “Voy a ganarla”, pronunció sin rodeos. La experiencia contraída en los últimos años le catapulta al selecto grupo de favoritos. Ya escribí de él que es un tipo inteligente. Que mide sus esfuerzos y estudia al rival al detalle. Sabe que no son invencibles, que pueden tener ese día malo que todos tienen. Será entonces cuando su prudencia, mal interpretada por muchos, podrá obtener su esperada recompensa.
Inalterable
Este 2022 ha de ser su año. Experiencia, galones, madurez, equipo y la edad propicia, son argumentos cualificados para conseguir dar ese salto que sus ansiosos detractores le retraen. Mas no atacará alegremente, no lo hará pensando en saciar el vocerío si sabe que él no será el verdaderamente saciado. Es lo que realmente le importa. Sabe abstraerse perfectamente de la presión de unos y otros. Lo ha demostrado con creces. No ha salido palabra de su boca frente los estertores de un provocador M. A. López, y durante la última Vuelta, inalterable, se mantuvo firme al guión preestablecido. Si el imponente Roglic hubiera tenido un problema mecánico o cualquier incidente, habría sido el ganador de La Vuelta. Y en el ciclismo se gana también por eliminación.
Determinación
Le acusan de no atacar. De no dar espectáculo. Para el cerebral ciclista del Movistar el espectáculo es ganar y poder hacerlo. Este 2022 estará entre los favoritos, arropado, este año sí, por un equipo que le tendrá como jefe de filas indiscutible. Este conjunto de circunstancias convierten el año que empieza en su año más esperado. Sí, es el año por el que Enric Mas lleva trabajando media vida y toda su carrera profesional. El primero que quiere que sea su gran temporada es el propio Enric. Le veo seguro, alegre y confiado en sus posibilidades. Es el año de su consolidación. No le descarten para ningún envite donde vean su nombre inscrito. El 2022 veremos a Mas y el mejor Enric.