El debate abierto sobre las entradas, gradas cerradas o abiertas además de las interminables colas frente a las taquillas aireado desde las redes sociales creo que no tiene ningún sentido. En la semana grande del PlayOff, esperemos que sean dos, toda la atención y esfuerzo deberían estar centrados en crear un ambiente y entorno volcado en lo futbolístico y no en cuestiones colaterales. Me llama la atención que en esta previa, a la primera gran noche, una de las propuestas que desde la red se está promoviendo es la de que todo el estadio cante “Molango, vete ya”. Una iniciativa condenada al fracaso y fuera de lugar.
Solo faltaría que los que se apunten a la fiesta exijan que abran todas las gradas para su comodidad.
Oportunistas
Molango lo que hace es tomar decisiones empresariales que es para lo que Sarver lo ha contratado. En ningún caso para estar a las órdenes y caprichos de los aficionados. Parece que en los últimos meses a muchos mallorquinistes se les ha olvidado que el club es una SAD y, desde la llegada de los americanos, afortunadamente lo es en su máxima expresión. Hoy es ridículo que se critique el no poder comprar entradas para estar todos los amigos en asientos correlativos. En ningún estadio ocurre eso si no eres abonado o dispones de varios carnets. Solo faltaría que los que se apunten a la fiesta del ascenso puedan exigir que se deben abrir todas las gradas para su comodidad o, incluso, criticar el precio de las entradas.
Disidentes
El RCD Mallorca es una empresa organizada, moderna e informatizada y para comprat un ticket es tan sencillo como hacer un click en la página web. La propiedad cuida hasta el último detalles a sus abonados con un trato preferencial, entradas a su patrocinadores y con la LFP que es la que reparte los dividendos y pone las reglas del juego en lo económico. Molango, como ya ha ocurrido ante el Granada por la alta demanda, ha abierto la tribuna de sol alta y nadie se quedará sin ver el partido en directo. Pero también debe quedarles claro a los oportunistas y mallorquinistas de quita y pon, que las normas las pone la empresa que monta el espectáculo. El movimiento disidente, junto a algún influencer que ha aparecido de la nada, no ocupa ni preocupa a una compañía con un presupuesto millonario y 271.000 seguidores en Twitter. Hay que centrarse en el partido y dejarse de figurera y pataleos.
