Al final hay que quedarse con la victoria más allá del resultado (3-2). Es poco comprensible que un tres a cero se complique por dejar que el Lleida se comiera un terreno que el Mallorca le había ganado. Se desaprovechó una oportunidad única de salir de una crisis por la puerta grande. El sabor es agridulce porque el partido no termina hasta que el árbitro pita el final. Era un día para reivindicarse con una buena imagen pero, al final, lo que cuenta es ganar y sumar tres puntos para evitar que se acerquen Villarreal B y Elche. Fue remarcable el regreso de Pedraza al once para intentar arreglar los desajustes defensivos que costaron el partido en Paterna.
Se desaprovechó una oportunidad única de salir de una crisis por la puerta grande.
Garra
El equipo metió una marcha más de inicio en comparación con las últimas jornadas. Gracias a una jugada a balón parado llegó el gol de Pedraza. Destacar en lo positivo la agresividad e intensidad con la que saltó el equipo al campo. No obstante el Lleida tenía las ideas muy claras cuando se acercaba al área mallorquinista y basculaba con Marc Valiente ayudando a marcar a un Álex López que empezó a parecerse al jugador del principio de temporada. El partido era atractivo para el espectador con idas y venidas del área. El Lleida también tenía posesiones largas y lo aprovechó en los últimos minutos de la primera mitad gracias a dos desajustes defensivos de un Mallorca que no supo dormir el partido y pudo irse al descanso con el empate tras dos claras ocasiones de los catalanes.
Dos caras
Si al descanso quedaba un partido abierto, en la reanudación el Mallorca quiso cerrar cualquier opción para los de la Terra Ferma con dos zarpazos de entrada. En el primer minuto fue Salva Sevilla que, con una genialidad, habilitó a Aridai para quedarse en posición franca pero, el canario, prefirió ceder el balón y el tanto a Lago Junior. En la siguiente acción vimos un tanto de fe de Álex Bustos tras ser objeto de falta y continuar con el balón hasta sentenciar el encuentro con el tercer tanto. Con el paso de los minutos los rojillos se acomodaron y, fruto de un despiste, Ortuño recortó distancias en un fallo de marcaje tras saque de esquina. El equipo siguió desconectado y Raíllo cometió penalti sobre el autor del anterior tanto. Manu Molina lo aprovechó, desde los once metros, para meter el miedo en el cuerpo de los locales a falta de diez minutos.
Portada: Bustos y Pedraza celebrando el tercer tanto del partido (RCDM).